Los olivos, de Antonio Machado | Poema

    Poema en español
    Los olivos

    A Manolo Ayuso 



       I 


    ¡Viejos olivos sedientos 
    bajo el claro sol del día, 
    olivares polvorientos 
    del campo de Andalucía! 
    ¡El campo andaluz, peinado 
    por el sol canicular, 
    de loma en loma rayado 
    de olivar y de olivar! 
    ¡Son las tierras 
    soleadas, 
    anchas lomas, lueñes sierras 
    de olivares recamadas! 
    Mil senderos. Con sus machos, 
    abrumados de capachos, 
    van gañanes y arrieros. 
    ¡De la venta del camino 
    a la puerta, soplan vino 
    trabucaires bandoleros! 
    ¡Olivares y olivares 
    de loma en loma prendidos 
    cual bordados alamares! 
    ¡Olivares coloridos 
    de una tarde anaranjada; 
    olivares rebruñidos 
    bajo la luna argentada! 
    ¡Olivares centelleados 
    en las tardes cenicientas, 
    bajo los cielos preñados 
    de tormentas!... 
    Olivares, Dios os dé 
    los eneros 
    de aguaceros, 
    los agostos de agua al pie, 
    los vientos primaverales 
    vuestras flores recamadas; 
    y las lluvias otoñales, 
    vuestras olivas moradas. 
    Olivar, por cien caminos, 
    tus olivitas irán 
    caminando a cien molinos. 
    Ya darán 
    trabajo en las alquerías 
    a gañanes y braceros, 
    ¡oh buenas fuentes sombrías 
    bajo los anchos sombreros!... 
    ¡Olivar y olivareros, 
    bosque y raza, 
    campo y plaza 
    de los fieles al terruño 
    y al arado y al molino, 
    de los que muestran el puño 
    al Destino, 
    los benditos labradores, 
    los bandidos caballeros, 
    los señores 
    devotos y matuteros!... 
    ¡Ciudades y caseríos 
    en la margen de los ríos, 
    en los pliegues de la sierra!... 
    ¡Venga Dios a los hogares 
    y a las almas de esta tierra 
    de olivares y olivares! 



       II 


    A dos leguas de Úbeda, la Torre 
    de Pero Gil, bajo este sol de fuego, 
    triste burgo de España. El coche rueda 
    entre grises olivos polvorientos. 
    Allá, el castillo heroico. 
    En la plaza, mendigos y chicuelos: 
    una orgía de harapos... 
    Pasamos frente al atrio del convento 
    de la Misericordia. 
    ¡Los blancos muros, los cipreses negros! 
    ¡Agria melancolía 
    como asperón de hierro 
    que raspa el corazón! ¡Amurallada 
    piedad, erguida en este basurero!... 
    Esta casa de Dios, decid, hermanos, 
    esta casa de Dios, ¿qué guarda dentro? 
    Y ese pálido joven, 
    asombrado y atento, 
    que parece mirarnos con la boca, 
    será el loco del pueblo, 
    de quien se dice: es Lucas, 
    Blas o Ginés, el tonto que tenemos. 
    Seguimos. Olivares. Los olivos 
    están en flor. El carricoche lento, 
    al paso de dos pencos matalones, 
    camina hacia Peal. Campos ubérrimos. 
    La tierra da lo suyo; el sol trabaja; 
    el hombre es para el suelo: 
    genera, siembra y labra 
    y su fatiga unce la tierra al cielo. 
    Nosotros enturbiamos 
    la fuente de la vida, el sol primero, 
    con nuestros ojos tristes, 
    con nuestro amargo rezo, 
    con nuestra mano ociosa, 
    con nuestro pensamiento 
    —se engendra en el pecado, 
    se vive en el dolor. ¡Dios está lejos!—. 
    Esta piedad erguida 
    sobre este burgo sólido, sobre este basurero, 
    esta casa de Dios, decid, ¡oh santos 
    cañones de von Kluck!, ¿qué guarda dentro?

    Antonio Machado (Sevilla, 1875 - Colliure, 1939) fue el más joven poeta de la generación del 98. Su vida en Madrid y París le llevó a formar parte del círculo de destacados literatos como Rubén Darío, Miguel de Unamuno, Ramón María del Valle-Inclán o Juan Ramón Jiménez. Autor prolífico, se dio a conocer con el poemario Soledades, de marcado carácter modernista, en 1903. Unos años más tarde, en 2912, publicó uno de sus libros más populares, Campos de Castilla. Destacan también, entre otras obras, Nuevas canciones (1914) y Páginas escogidas (1917). Miembro de la Real Academia Española, se exilió al pueblo francés de Colliure tras estallar la guerra civil española. Allí murió y allí descansa su tumba, símbolo del exilio republicano.