¡La hemos vuelto a hallar! ¿Qué?, la Eternidad. Es la mar mezclada con el sol.
Alma mía eterna, cumple tu promesa pese a la noche solitaria y al día en fuego.
Pues tú te desprendes de los asuntos humanos, ¡de los simples impulsos! Vuelas según.
Nunca la esperanza, no hay oriente. Ciencia y paciencia. El suplicio es seguro.
Ya no hay mañana, brasas de satén, vuestro ardor es el deber.
¡La hemos vuelto a hallar! –¿Qué?- La Eternidad. Es la mar mezclada con el sol.
Arthur Rimbaud (1854-1891) fue un poeta francés conocido por su influencia sobre literatura y artes modernas, que prefiguraron el surrealismo. Comenzó a escribir a una edad muy temprana y destacó como estudiante, pero abandonó su educación formal en su adolescencia para huir de su hogar a París en medio de la Guerra franco-prusiana. Durante su adolescencia tardía y su edad adulta temprana comenzó la mayor parte de su producción literaria, luego dejó de escribir por completo a la edad de 20 años, después de reunir una de sus principales obras, Illuminations.
En el comedor pardo, que perfumaba una mezcla de olor de fruta y de barniz, a gusto, me hice con un plato de no sé qué guisado belga, y me arrellané en una enorme silla.
Me tragué un magnífico sorbo de veneno.— ¡Bendito sea tres veces el consejo que me dieron!— Las entrañas me queman. La violencia del veneno retuerce mis extremidades, me deforma, me tumba contra el suelo. Muero de sed, me sofoco, y no puedo gritar. ¡Es el infierno, el castigo eterno!
Costrosos, negros, flacos, con los ojos cercados de verde, dedos romos crispados sobre el fémur, con la mollera llena de rencores difusos como las floraciones leprosas de los muros;