Los pobres en la iglesia, de Arthur Rimbaud | Poema

    Poema en español
    Los pobres en la iglesia

    Aparcados en bancos de roble, en los rincones 
    de la iglesia que entibia su aliento, con los ojos 
    clavados en el coro dorado, mientras brama 
    la escolanía cánticos piadosos por sus fauces, 
    aspirando la cera como un olor de hogaza, 
    dichosos, humillados, cual perros que apalean, 
    los pobres del Buen Dios, el patrón y el señor, 
    ofrecen sus Oremus, irrisorios y obtusos. 

    ¡Está bien ofrecerle bancos lisos a la hembra 
    después de los seis días en que Dios la maltrata! 
    pues acuna, revuelto en extrañas pellizas, 
    algo parejo a un niño que llora sin cesar. 

    Con las tetas mugrientas al aire, estas sopistas, 
    con la oración prendida en ojos que no rezan, 
    miran a las golfillas de triste pavoneo, 
    busconas bajo el ala del sombrero deforme. 

    Fuera, el frío y el hambre y el hombre con su juerga: 
    ¡pues, vale! una hora más; después males a miles. 
    ––Mientras, en torno a ellas, gime, ganguea, charla 
    un grupito de viejas con enormes papadas. 

    Y están los epilépticos y esos despavoridos 
    que todo el mundo huye en las encrucijadas; 
    y husmeando gozosos en los viejos misales 
    esos ciegos que un perro introduce en los patios. 

    Babeando una fe pordiosera y estúpida, 
    todos dicen su queja infinita a Jesús 
    que sueña en lo alto, lívido, por la luz amarilla, 
    lejos de flacos malos y de malos panzudos, 

    del olor de la carne y las telas mohosas: 
    farsa humilde y sombría de gestos asquerosos. 
    ––Y la oración florece con frases escogidas, 
    y el misticismo adopta matices apremiantes, 

    cuando en la nave el sol muere, y pliegues de seda 
    sosos y verdes risas, las damas de los barrios 
    distinguidos, ––¡Jesús!–– las enfermas de hígado, 
    dan a besar sus dedos, en el agua bendita.

    Arthur Rimbaud (1854-1891) fue un poeta francés conocido por su influencia sobre literatura y artes modernas, que prefiguraron el surrealismo. Comenzó a escribir a una edad muy temprana y destacó como estudiante, pero abandonó su educación formal en su adolescencia para huir de su hogar a París en medio de la Guerra franco-prusiana. Durante su adolescencia tardía y su edad adulta temprana comenzó la mayor parte de su producción literaria, luego dejó de escribir por completo a la edad de 20 años, después de reunir una de sus principales obras, Illuminations

    • Me tragué un magnífico sorbo de veneno.— ¡Bendito sea tres veces el consejo que me dieron!— Las entrañas me queman. La violencia del veneno retuerce mis extremidades, me deforma, me tumba contra el suelo. Muero de sed, me sofoco, y no puedo gritar. ¡Es el infierno, el castigo eterno!