Cuando una boca suave boca dormida besa como muriendo entonces, a veces, cuando llega más allá de los labios y los párpados caen colmados de deseo tan silenciosamente como consiente el aire, la piel con su sedosa tibieza pide noches y la boca besada en su inefable goce pide noches, también.
Ah, noches silenciosas, de oscuras lunas suaves, noches largas, suntuosas, cruzadas de palomas, en un aire hecho manos, amor, ternura dada, noches como navíos...
Es entonces, en la alta pasión, cuando el que besa sabe ah, demasiado, sin tregua, y ve que ahora el mundo le deviene un milagro lejano, que le abren los labios aún hondos estíos, que su conciencia abdica, que está por fin él mismo olvidado en el beso y un viento apasionado le desnuda las sienes, es entonces, al beso, que descienden los párpados, y se estremece el aire con un dejo de vida, y se estremece aún lo que no es aire, el haz ardiente del cabello, el terciopelo ahora de la voz, y, a veces, la ilusión ya poblada de muertes en suspenso.
El sol el sol su lumbre su afectuoso cuidado su coraje su gracia su olor caliente su alto en la mitad del día cayéndose y trepando por lo oscuro del cielo tambaleándose y de oro como un borracho puro.