Nocturno, de José Asunción Silva | Poema

    Poema en español
    Nocturno

    Oh dulce niña pálida, que como un montón de oro 
    de tu inocencia cándida conservas el tesoro; 
    a quien los más audaces, en locos devaneos, 
    jamás se han acercado con carnales deseos; 
    tú, que adivinar dejas inocencias extrañas 
    en tus ojos velados por sedosas pestañas, 
    y en cuyos dulces labios -abiertos sólo al rezo- 
    jamás se habrá posado ni la sombra de un beso... 
    Dime quedo, en secreto, al oído, muy paso, 
    con esa voz que tiene suavidades de raso: 
    si entrevieras dormida a aquel con quien tú sueñas, 
    tras las horas de baile rápidas y risueñas, 
    y sintieras sus labios anidarse en tu boca 
    y recorrer tu cuerpo, y en tu lascivia loca 
    besar tus pliegues de tibio aroma llenos 
    y las rígidas puntas rosadas de tus senos; 
    si en los locos, ardientes y profundos abrazos 
    agonizar soñar de placer en sus brazos, 
    por aquel de quien eres todas las alegrías, 
    ¡Oh dulce niña pálida!, di, ¿te resistirías? 

    • Esos recuerdos con olor de helecho 
      Son el idilio de la edad primera. 
      G.G.G. 

       
      Con el recuerdo vago de las cosas 
      que embellecen el tiempo y la distancia, 
      retornan a las almas cariñosas, 
      cual bandadas de blancas mariposas, 

    • Las cosas viejas, tristes, desteñidas, 
      sin voz y sin color, saben secretos 
      de las épocas muertas, de las vidas 
      que ya nadie conserva en la memoria, 
      y a veces a los hombres, cuando inquietos 
      las miran y las palpan, con extrañas