Con los ojos cerrados amplia de voces íntimas me detengo en el siglo de mi pena dormida. La contemplo en su sueño... Duerme su noche triste despegada del suelo donde arranca mi vida. Ya no turba la mansa carrera de mi alma ni me sube hasta el rostro el dolor de pupilas.
Encerrada en su forma, ya no proyecta el filo sensible de sus dedos tumbándome alegrías, en la armonía perfecta de mi canción erguida. Ya no me parte el tiempo...
Duerme su noche triste desde que tú te anclaste en la luz de mis rimas. Recuerdo que las horas se rodaban en blanco sobre mi pena viva, cuando corría tu sombra por entre extrañas sombras, adueñado de risas.
Mi emoción esperaba.... Pero tuve momentos de locura suicida. Un agitado viento de esperanza parece que me anuncia tu regreso. Entre el fuego de luna que me invade alejando crepúsculos te siento. Estás aquí. Conmigo. Por mi sueño.
¡A dormir se van ahora mis lágrimas por donde tú cruzaste entre mi verso!
Soy ola de abandono, derribada, tendida, sobre un inmenso azul de sueños y de alas. Tú danzas por el agua redonda de mis ojos con la canción más fresca colgando de tus labios. ¡No la sueltes, que el viento todavía azota fuerte por mis brazos mojados,
Con los ojos cerrados amplia de voces íntimas me detengo en el siglo de mi pena dormida. La contemplo en su sueño... Duerme su noche triste despegada del suelo donde arranca mi vida. Ya no turba la mansa carrera de mi alma
Yo fui la más callada de todas las que hicieron el viaje hasta tu puerto.
No me anunciaron lúbricas ceremonias sociales, ni las sordas campanas de ancestrales reflejos; mi ruta era la música salvaje de los pájaros que soltaba a los aires mi bondad en revuelo.