Te seguiré por siempre, callada y fugitiva, por entre oscuras calles molidas de nostalgia, o sobre las estrellas sonreídas de ritmos donde mecen su historia tus más hondas miradas.
Mis pasos desatados de rumbos y fronteras no encuentran las orillas que a tu vida se enlazan. Busca lo ilimitado mi amor, y mis canciones de espalda a los estático, irrumpen en tu alma.
Apacible de anhelos, cuando el mundo te lleve, me doblaré el instinto y amaré tus pisadas; y serán hojas simples las que iré deshilando entre quietos recuerdos, con tu forma lejana.
Atenta a lo infinito que en mi vida ya asoma, con la emoción en alto y la ambición sellada, te seguiré por siempre, callada y fugitiva, por entre oscuras calles, o sobre estrellas blancas.
Soy ola de abandono, derribada, tendida, sobre un inmenso azul de sueños y de alas. Tú danzas por el agua redonda de mis ojos con la canción más fresca colgando de tus labios. ¡No la sueltes, que el viento todavía azota fuerte por mis brazos mojados,
Con los ojos cerrados amplia de voces íntimas me detengo en el siglo de mi pena dormida. La contemplo en su sueño... Duerme su noche triste despegada del suelo donde arranca mi vida. Ya no turba la mansa carrera de mi alma
Yo fui la más callada de todas las que hicieron el viaje hasta tu puerto.
No me anunciaron lúbricas ceremonias sociales, ni las sordas campanas de ancestrales reflejos; mi ruta era la música salvaje de los pájaros que soltaba a los aires mi bondad en revuelo.