Auschwitz, de León Felipe | Poema

    Poema en español
    Auschwitz

    (A todos los judíos del mundo, mis amigos, mis hermanos) 
     
    Esos poetas infernales, 
    Dante, Blake, Rimbaud... 
    Que hablen más bajo... 
    ¡Que se callen! 
    Hoy 
    cualquier habitante de la tierra 
    sabe mucho más del infierno 
    que esos tres poetas juntos. 
    Ya sé que Dante toca muy bien el violín... 
    ¡Oh, el gran virtuoso!... 
    Pero que no pretenda ahora 
    con sus tercetos maravillosos 
    y sus endecasílabos perfectos 
    asustar a ese niño judío 
    que está ahí, desgajado de sus padres... 
    Y solo. 
    ¡Solo! 
    Aguardando su turno 
    en los hornos crematorios de Auschwitz. 
    Dante... tú bajaste a los infiernos 
    con Virgilio de la mano 
    (Virgilio, 'gran cicerone') 
    y aquello vuestro de la Divina Comedia 
    fue un aventura divertida 
    de música y turismo. 

    Esto es otra cosa... otra cosa... 
    ¿Cómo te explicaré? 
    ¡Si no tienes imaginación! 
    Tú... no tienes imaginación, 
    acuérdate que en tu 'Infierno' 
    no hay un niño siquiera... 
    Y ese que ves ahí... 
    Está solo 
    ¡Solo! Sin cicerone... 
    Esperando que se abran las puertas del infierno 
    que tú ¡pobre florentino! 
    No pudiste siquiera imaginar. 
    Esto es otra cosa... ¿cómo te diré? 
    ¡Mira! Este es un lugar donde no se puede tocar el violín. 
    Aquí se rompen las cuerdas de todos 
    los violines del mundo. 
    ¿Me habéis entendido, poetas infernales? 
    Virgilio, Dante, Blake, Rimbaud... 
    ¡Hablad más bajo! 
    ¡Tocad más bajo!... ¡Chist!... 
    ¡¡Callaos!! 
    Yo también soy un gran violinista... 
    Y he tocado en el infierno muchas veces... 
    Pero ahora aquí... 
    Rompo mi violín... y me callo. 

    • Oh, este dolor, 
      este dolor de no tener ya lágrimas; 
      este dolor 
      de no tener ya llanto 
      para regar el polvo. 
      ¡Oh, este llanto de España, 
      que ya no es más que arruga y sequedad... 
      mueca, 
      enjuta congoja de la tierra, 

    • Aquí estoy... 
      En este mundo todavía... Viejo y cansado... Esperando 
          a que me llamen... 
      Muchas veces he querido escaparme por la puerta maldita 
          y condenada 
      y siempre un ángel invisible me ha tocado en el hombro 
          y me ha dicho severo: 

    • Tu estabas dormida 
      como el agua que duerme en la alberca... 
      y yo llegué a ti 
      como llega 
      hasta el agua que duerme 
      la piedra. 
      Turbé tu remanso y en ondas de amor te quebraste 
      como en ondas el agua que duerme se quiebra 
      cuando 
      llega