Pero ¿qué están hablando esos poetas de ahí de la palabra? Siempre en discusiones de modisto: que si desceñida o apretada... que si la túnica o que si la casaca... La palabra es un ladrillo, ¿Me oísteis?... ¿Me ha oído usted, Señor Arcipreste? Un ladrillo. El ladrillo para levantar la Torre... y la Torre tiene que ser alta... alta, alta... hasta que no pueda ser más alta. Hasta que llegue a la última cornisa de la última ventana del último sol y no pueda ser más alta. Hasta que ya entonces no quede más que un ladrillo solo, el último ladrillo... la última palabra, Para tirárselo a Dios, con la fuerza de la blasfemia o de la plegaria... Y romperle la frente... a ver si dentro de su cráneo está la Luz o está la Nada.
Nadie fue ayer, ni va hoy, ni irá mañana hacia Dios por este mismo camino que yo voy. Para cada hombre guarda un rayo nuevo de luz el sol... y un camino virgen Dios.