Alfa y omega, de Manuel Machado | Poema

    Poema en español
    Alfa y omega

    A la manera y en Memoria de Manuel del Palacio, maestro del soneto 
     
    Cabe la vida entera en un soneto 
    empezado con lánguido descuido, 
    y, apenas iniciado, ha transcurrido 
    la infancia, imagen del primer cuarteto. 

    Llega la juventud con el secreto 
    de la vida, que pasa inadvertido, 
    y que se va también, que ya se ha ido, 
    antes de entrar en el primer terceto. 

    Maduros, a mirar a ayer tornamos 
    añorantes y, ansiosos, a mañana, 
    y así el primer terceto malgastamos. 

    Y, cuando en el terceto último entramos, 
    es para ver con experiencia vana 
    que se acaba el soneto... Y que nos vamos.

    • Largas tardes campestres; 
      alamedas rosadas; 
      aire delgado que el aroma apenas 
      sostiene de la acacia; 
      huerto, pinar... Llanuras de oro viejo, 
      azul de la montaña... 
      Esquilas del arambre 
      y balido, sin fin, de la majada, 
      en el silencio claro... 

    • A Rubén Darío 
       
      La hora cárdena... La tarde 
      los velos se va quitando... 
      El velo de oro..., el de plata. 
      La hora cárdena... 
      «Aún es temprano». 

      «Nada veo sino el polvo 
      del camino...» 
      «Aún es temprano». 

    • El médico me manda no escribir más. Renuncio, 
      pues, a ser un Verlaine, un Musset, un D’ Annunzio 
      —¡no que no!—, por la paz de un reposo perfecto, 
      contento de haber sido el vate predilecto 
      de algunas damas y de no pocos galanes, 

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