Infrecuentes (pero también inmerecidas)
instantáneas (pero es verdad que el tiempo no se mide
hay instantes que estallan y son astros
otros son un río detenido y unos árboles fijos
otros son ese mismo río arrasando los mismos árboles)
infrecuentes
instantáneas noticias favorables
dos o tres nubes de cristal de roca
horas altas como la marea
estrépito de plumas blancas en el cielo nocturno
islas en llamas en mitad del Pacífico
mundos de imágenes suspendidos de un hilo de araña
y entre todos la muchacha que avanza partiendo en dos las altas aguas
como el sol la muchacha que se abre paso como la llama que avanza
como el viento partiendo en dos la cortina de nubes
bello velero femenino
bello relámpago partiendo en dos al tiempo
tus hombros tienen la marca de los dientes del amor
la noche polar arde
infrecuentes
instantáneas noticias del mundo
(cuando el mundo entreabre sus puertas y el ángel cabecea a la entrada del jardín)
nunca merecidas
(todo se nos da por añadidura
en una tierra condenada a repetirse sin tregua
todos somos indignos
hasta los muertos enrojecen
hasta los ciegos deletrean la escritura del látigo
racimos de mendigos cuelgan de las ciudades
casas de ira torres de frente obtusa)
infrecuentes
instantáneas
no llegan siempre en forma de palabras
brota una espiga de unos labios
una forma veloz abre las alas
imprevistas
instantáneas
como en la infancia cuando decíamos «ahí viene un barco cargado de...»
y brotaba instantánea imprevista la palabra convocada
pez
álamo
colibrí
y así ahora de mi frente zarpa un barco cargado de iniciales
ávidas de encarnar en imágenes
instantáneas
imprevistas cifras del mundo
la luz se abre en las diáfanas terrazas del mediodía
se interna en el bosque como una sonámbula
penetra en el cuerpo dormido del agua
por un instante están los nombres habitados.