Yo soy flor que se marchita al sol de la adversidad, el arbolito en mitad de la llanura infinita. La paloma pobrecita que arrastran los aquilones, entre oscuros nubarrones de tempestades airadas, soy la barca abandonada en el mar de las pasiones.
II
Soy el ave que al bajar de los aires fatigada, no tiene ni una enramada ni un árbol en que anidar. Y si vuelve a levantar las tristes alas del suelo, encuentra nublado el cielo y deshecha la tormenta, y el pájaro se lamenta y vuelve a tender su vuelo.
III
Yo soy un gaucho cantor de renombradas virtudes, que tan solo ingratitudes ha recibido en su amor. Soy el pobre payador velay, si sabré penar con mis negras amarguras, la pampa con sus llanuras con sus abismos la mar.
IV
Yo no canto por llamar la atención que no merezco, yo canto porque padezco penas que quiero olvidar. Que tan solo con cantar se va al viento nuestra pena, y yo tengo el alma llena de pesares y amarguras, más que en la pampa hay anchura más que en el mar hay arena
V
Por eso, ¡oh linda mujer! maldigo mi negra estrella, al contemplarte tan bella sin que te pueda querer. Porque todo hombre ha de ser generoso hasta morir, y no debe permitir a una mujer que lo quiera, para que después se muera al verlo tanto sufrir.
VI
¡Adiós, primorosa flor! adiós, lucero invariable, solamente comparable a la estrella de mi amor. Cuando sientas un dolor parecido al que yo siento, Dios quiera que tu lamento no sucumba en la ignorancia, y atraviese la distancia ¡sobre las olas del viento!