Quiero ser las dos niñas de tus ojos, las metálicas cuerdas de tu voz, el rubor de tu sien cuando meditas y el origen tenaz de tu rubor. Quiero ser esas manos invisibles que manejan por si la creación, y formar con tus sueños y los míos otro mundo mejor para los dos. Eres tu, providencia de mi vida, mi sostén, mi refugio, mi caudal; cual si fueras mi madre, yo te amo... ¡y todavía más!
II
Tengo celos del sol porque te besa con sus labios de luz y de calor... ¡del jazmín tropical y del jilguero que decoran y alegran tu balcón! Mando yo que ni el aire te sonría: ni los astros, ni el ave, ni la flor, ni la fe, ni el amor, ni la esperanza, ni ninguno, ni nada más que yo. Eres tu, soberana de mis noches, mi constante, perpetuo cavilar: ambiciono tu amor como la gloria... ¡y todavía más!
III
Yo no quiero que alguno te consuele si me mata la fuerza de tu amor... ¡si me matan los besos insaciables, fervorosos, ardientes que te doy! Quiero yo que te invadan las tinieblas, cuando ya para mí no salga el sol. Quiero yo que defiendas mis despojos del más breve ritual profanador. Quiero yo que me llames y conjures sobre labios y frente, y corazón. Quiero yo que sucumbas o enloquezcas... ¡loca sí; muerta si, te quiero yo! Mi querida, mi bien, mi soberana, mi refugio, mi sueño, mi caudal, mi laurel, mi ambición, mi santa madre... ¡y todavía más!