Despedida, de Rafael de León | Poema

    Poema en español
    Despedida

    Se iba el tren, y quedaba, 
    en el aire una mancha 
    no sé si negra o blanca 
    de tu brazo... 

    ¡Ay distancia 
    floridamente amarga! 
    que tajaba y borraba 
    aquella línea larga 
    Y corta y hielo y ascua 
    que era tu brazo... 

    Estaba 
    yo en el andén, sin alma, 
    y una saliva áspera, 
    fiera, me apretujaba 
    la tímida garganta 
    ¡y la brisa borraba 
    tu brazo! 

    ¡Ay fragancia 
    a brazo que se escapa 
    en la noche pintada! 
    Y qué hondo panorama 
    en esta vida ácida 
    de tu brazo... 

    ¡Almohada 
    de mis noches infaustas, 
    y nivel de mi agua, 
    y escaparate para 
    mi pobre vida lacia, 
    y soporte de plata 
    de mi cansancio, y vara 
    de azucenas nevadas 
    en mi mortaja árida!... 
    ¡Ay, tu brazo! 

    ¡La traílla 
    del potro de mis ansias 
    y el estribo que alza 
    mi vida de la charca! 
    Pero se fue... 

    Clamaba 
    un resuello de máquina 
    y un arrastrarse, áspera- 
    mente, desigualmente 
    de madera compacta 
    y de muebles sin alma... 
    Y se perdió tu brazo... 
    ¿Hasta cuándo? ¿Di? 

    ¿Hasta cuándo? 
    Que caiga 
    de esta gran noche alta 
    toda una lluvia blanca 
    de estrellas de esperanza, 
    -¡estación negra y mala 
    reverso de estas ansias! 
    Sí: que caiga y que caiga 
    un estrellón de plata 
    para que mi esperanza 
    espere brava y ancha, 
    tu vuelta. ¡Tú! Mi almohada 
    y mi espuela y mi daga, 
    que hoy te vas, en la marcha 
    de un jardín que se acaba!