Cierta vez un sueño tejió una sombra sobre mi cama que un ángel protegía: era una hormiga que se había perdido por la hierba donde yo creía que estaba.
Confundida, perpleja y desesperada, oscura, cercada por tinieblas, exhausta, tropezaba entre la extendida maraña, toda desconsolada, y le escuché decir: '¡Oh, hijos míos! ¿Acaso lloran? ¿Oirán cómo suspira su padre? ¿Acaso rondan por ahí para buscarme? ¿Acaso regresan y sollozan por mí?'
Compadecido, solté una lágrima; pero cerca vi una luciérnaga, que respondió: '¿Qué quejido humano convoca al guardián de la noche?
Me corresponde iluminar la arboleda mientras el escarabajo hace su ronda: sigue ahora el zumbido del escarabajo; pequeña vagabunda, vuelve pronto a casa.'