La condesa sangrienta, de Alejandra Pizarnik - Libros del Zorro Rojo

Acusada del asesinato de seiscientas cincuenta jóvenes, Erzsebét Bathory es una de las criminales más siniestras de la historia. En su castillo de los Cárpatos, a finales de siglo XVII, la condesa tortura a sus víctimas con el fin de desangrarlas y conservar su juventud. Su leyenda maldita y fascinante pervive en el tiempo. La condesa sangrienta es una de las composiciones clave en la obra de Alejandra Pizarnik. Se trató originalmente de una reseña que le encar-garon a la poeta sobre la obra homónima de Valentine Penrose. Escribió Pizarnik en sus diarios: '¿Cuál es mi estilo? Creo que el del artículo de la condesa. Insisto, una y otra vez, en la fascinación por el tema de mi nota. Nunca después volvió a sucederme algo parecido'. Con su prosa, que no logra jamás desprenderse de su poética, convierte a esta asesina en un personaje terrible y a la vez fascinante. Las estampas del artista Santiago Caruso recrean, con admirable maestría, este retrato perturbador del sadismo y la locura. Su trabajo logra una re-presentación simbólica del terror que confluye y potencia el propio texto de la poeta, convirtiendo este libro en un claro ejemplo de cómo una obra preexistente deviene en algo completamente nuevo con la interven-ción artística de un talentoso ilustrador.
265 x 180 mm
64 páginas
8412078896
9788412078893

Alejandra Pizarnik nació en Buenos Aires, en 1936. Fue hija de un matrimonio de inmigrantes judíos de Europa del Este. A los diecisiete años inició estudios de Filosofía y Periodismo, más tarde se inscribió en la carrera de Letras, que también abandonó. Asistió a clases de pintura en el taller de Juan Batlle Planas y a los diecinueve años publicó su primer libro, La tierra más ajena. A este le siguieron La última inocencia (1956), Las aventuras perdidas (1958), Árbol de Diana (1962), Los trabajos y las noches (1965), Extracción de la piedra de la locura (1968) y El infierno musical (1971). Entre 1960 y 1964 vivió en París, donde hizo amistad con Julio Cortázar, Octavio Paz y André Pieyre de Mandiargues. Al regresar a Buenos Aires obtuvo el Premio Fondo Nacional de las Artes y la Beca Guggenheim. Alejandra Pizarnik murió a los treinta y seis años tras haber forjado una de las obras más profundas y perdurables del siglo XX. 

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