Ponme la mano aquí, Macorina
Ponme la mano aquí
Ponme la mano aquí, Macorina.
Tus pies dejaban la estela
y se escapaba tu saya
buscando la guardarraya
que al ver tu talle tan fino
las cañas azucareras
se echaban por el camino
para que tú las molieras
como si fueses molino.
Ponme la mano aquí, Macorina
Ponme la mano aquí.
Tus senos de carne de anón
tu boca una bendición
de guanábana madura
y era fina tu cintura
la misma de aquel danzón.
Ponme la mano aquí, Macorina.
Ponme la mano aquí.
Después el amanecer
que de mis brazos te lleva
y yo sin saber qué hacer
de aquel olor a mujer
a mango y a caña nueva
con que me llevaste al son
caliente de aquel danzón.
Ponme la mano aquí, Macorina.
Ponme la mano aquí
Ponme la mano aquí, Macorina
Ponme la mano aquí.