Ponme la mano aquí, Macorina Ponme la mano aquí Ponme la mano aquí, Macorina.
Tus pies dejaban la estela y se escapaba tu saya buscando la guardarraya que al ver tu talle tan fino las cañas azucareras se echaban por el camino para que tú las molieras como si fueses molino.
Ponme la mano aquí, Macorina Ponme la mano aquí.
Tus senos de carne de anón tu boca una bendición de guanábana madura y era fina tu cintura la misma de aquel danzón.
Ponme la mano aquí, Macorina. Ponme la mano aquí.
Después el amanecer que de mis brazos te lleva y yo sin saber qué hacer de aquel olor a mujer a mango y a caña nueva con que me llevaste al son caliente de aquel danzón.
Ponme la mano aquí, Macorina. Ponme la mano aquí Ponme la mano aquí, Macorina Ponme la mano aquí.