Por los árboles quemados después de la tormenta. Por las lodosas aguas del delta. Por lo que hay de persistente en cada día. Por el alba de las oraciones. Por lo que tienen ciertas hojas en sus venas color de agua profunda y en sombra. Por el recuerdo de esa breve felicidad ya olvidada y que fuera alimento de tantos años sin nombre. Por tu voz de ronca madreperla. Por tus noches por las que pasa la vida en un galope de sangre y sueño Por lo que eres ahora para mí. Por lo que serás en el desorden de la muerte. Por eso te guardo a mi lado como la sombra de una ilusoria esperanza.
Cuando de repente en mitad de la vida llega una palabra jamás antes pronunciada, una densa marca nos recoge en sus brazos y comienza el largo viaje entre la magia recién iniciada,
Cala tu miseria, sondéala, conoce sus más escondidas cavernas. Aceita los engranajes de tu miseria, ponla en tu camino, ábrete paso con ella y en cada puerta golpea con los blancos cartílagos de tu miseria. Compárala con la de otras gentes