Te he buscado por bares y por días sin saber encontrarte. Recorrí las callejas de tu barrio -donde vivo también, de vez en cuando- y he dejado los rastros de mi paso por si acaso los vieras, telegramas que cortejan tu nombre en las aceras.
Te he buscado por noches, entre copas duras seguramente y excesivas, esperando alcanzar la madrugada de tus ojos cachorros: y encontrarte.
He pensado en llegarme hasta tu calle, preguntar por tu puerta y proponerte una cita, unas flores, un poema para tenderme un puente, como entonces cuando la juventud, y la ilusión, y eso...
Te he buscado en mi agenda y en mis discos sin preguntar por ti, sin visitarte, porque a veces los años se parecen a esas juergas que sólo dan resaca.
Mas, a pesar de todo, te dedico estos versos no sólo porque hacerlo es un vicio querido sino porque con ellos quizás pueda mostrarte la condición que exhiben algunos personajes: «hombre cansado ya de muchas cosas con papeles en regla de anteriores afectos no demasiado joven y sin ningún dinero, llama a tu corazón. No tiene fecha».
Te he buscado por bares y por días sin saber encontrarte. Recorrí las callejas de tu barrio -donde vivo también, de vez en cuando- y he dejado los rastros de mi paso por si acaso los vieras, telegramas que cortejan tu nombre en las aceras.