Eres un inútil. No das un palo al agua. Eres un inútil. Lo único que haces es levantarte a la una. Eres un inútil. Lo único que haces es pasarte el santo día tirado en el sofá. ERES UN INÚTIL.
Encerrado en el viejo Focus. Contemplo el cadáver del Olmo centenario de Berzosa. Y a un perro callejero, de nostálgicos dulces ojos. Mientras exprimo una galleta blandengue. Entre la lengua y el paladar.
No soy fuerte. Soy una piltrafa. Me gustaría ser como Clint Eastwood. No hundirme por estas chorradas. Que tu madre piense que eres un chupóptero y un vago: un fracasado prematuro. Que tus colegas piensen que eres un ególatra. Que los profesionales del sector piensen que eres un niñato. Que tu ángel de ojos enormes no piense en ti, en absoluto.
Por eso escribo esta mierda de líneas. Para decirte a ti, al que respiras al otro lado, que no deberías de tomarme en serio.
Los recuerdos atribulan, aunque no sólo. Los dolorosos cuesta sacárselos de la cabeza. Con tiempo y esfuerzo pueden sepultarse, malamente, pero siempre hay algo que los hace aflorar. Y desgarran muchas facetas, muy adentro. Los felices son aún peores.
Me hubiera gustado escribir la continuación de la historia de la hiedra moribunda. De verdad. Pero ha sido reemplazada por una rolliza planta de Aloe Vera.