Vanitas, de Álvaro Sarró | Poema

    Poema en español
    Vanitas

    Cada día me asemejo un poco más al cadáver que seré.
    Algunas veces la evidencia me atenaza.
    Me paro frente al espejo.
    E intento verme morir.
    Segundo a segundo.
    Célula a célula.
    Una ojerosa imagen me devuelve la tentativa desde el otro lado.
    Ese de ahí no puedo ser yo.

    La muerte.
    Fría.
    (A menos que se prenda fuego la casa).
    Triste.
    (A menos que te alcance en el clímax).
    Tópica.
    Típica.
    ¿Por qué tanto miedo?
    Antes de nacer éramos nada.
    Y nada volveremos a ser.
    Conocemos la experiencia.
    Ni agobios, ni prisas, ni entregas.
    Ni dolor, ni pesar, ni culpa.
    El que aspira a comprenderlo todo es un soberbio.
    El que se engaña para no confesar que tiene miedo es un hipócrita.
    Ni libros, ni fórmulas, ni rezos.
    Ni foros, ni púlpitos, ni tecnologías.

    De nada sirve preocuparse.
    De nada sirve llorar.
    En vida sólo debes de hacer una cosa.
    Lo que necesites.
    Siempre que des amor a los tuyos.
    A la gente que te quiere y te soporta.

    Resumiendo.
    Mientras viene, disfrutemos.
    Cuando llegue, recordemos.
    Unos instantes.
    Sonriendo.
    Tomemos aire.
    Y sigámosla.

    Vanitas vanitatum et omnia vanitas.

    • La chusta humea a pocos metros, junto a la mierda fresca de un perro-patada.
      A. debe de estar al caer.
      Nos recogerá en un C4 rojo con corazones pintados en los empañados cristales.
      Ya habrá dejado a su satisfecha novia en casa.
      (Más me vale).

    • Los recuerdos atribulan, aunque no sólo.
      Los dolorosos cuesta sacárselos de la cabeza.
      Con tiempo y esfuerzo pueden sepultarse, malamente, pero siempre hay algo que los hace aflorar.
      Y desgarran muchas facetas, muy adentro.
      Los felices son aún peores.

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