La canción de Flor de Mayo, de Amado Nervo | Poema

    Poema en español
    La canción de Flor de Mayo

    Flor de Mayo, como un rayo 
    de la tarde, se moría... 
    yo te quise, Flor de Mayo, 
    tú lo sabes; ¡pero Dios no lo quería! 

    Las olas vienen, las olas van, 
    cantando vienen, cantando irán. 

    Flor de Mayo ni se viste 
    ni se alahaja ni atavía; 
    ¡Flor de Mayo está muy triste! 
    ¡Pobrecita, pobrecita vida mía! 

    Cada estrella que palpita, 
    desde el cielo le habla así: 
    «Ven conmigo Florecita, 
    brillarás en la extensión igual a mí.» 

    Flor de Mayo, con desmayo, 
    le responde: «¡Pronto iré!» 



    .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. 



    Se nos muere Flor de Mayo, 
    ¡Flor de Mayo, la Elegida, se nos fue! 

    Las olas vienen, las olas van, 
    cantando vienen, llorando irán... 

    «¡No me dejes!», yo le grito; 
    «¡No te vayas, dueño mío: 
    el espacio es infinito 
    y es muy negro y hace frío, mucho frío!» 

    Sin curarse de mi empeño, 
    Flor de Mayo se alejó, 
    y en la noche, como un sueño, 
    misteriosamente triste se perdió. 

    Las olas vienen, las olas van, 
    cantando vienen, ¡ay cómo irán! 

    Al amparo de mi huerto 
    una sola flor crecía: 
    Flor de Mayo, y se me ha muerto... 
    yo la quise, ¡pero Dios no lo quería!

    Amado Ruiz de Nervo Ordaz (1867-18709), fue un poeta y escritor mexicano, perteneciente al movimiento modernista. Fue miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua, no pudo ser miembro de número por residir en el extranjero. Poeta, autor también de novelas y ensayos, al que se encasilla habitualmente como modernista por su estilo y su época, clasificación frecuentemente matizada por incompatible con el misticismo y tristeza del poeta, sobre todo en sus últimas obras, acudiéndose entonces a combinaciones más complejas de palabras terminadas en "-ismo", que intenta reflejar sentimiento religioso y melancolía, progresivo abandono de artificios técnicos, incluso de la rima, y elegancia en ritmos y cadencias como atributos del estilo de Nervo. El sonoro nombre de Amado Nervo, frecuentemente tomado por seudónimo, era en realidad el que le habían dado al nacer, tras la decisión de su padre de simplificar su verdadero apellido, Ruiz de Nervo. Él mismo bromeó alguna vez sobre la influencia en su éxito de un nombre tan adecuado a un poeta.

    • Yo ya me despedía.... y palpitante 
      cerca mi labio de tus labios rojos, 
      «Hasta mañana», susurraste; 
      yo te miré a los ojos un instante 
      y tú cerraste sin pensar los ojos 
      y te di el primer beso: alcé la frente 
      iluminado por mi dicha cierta. 

    • Yo soy un alma pensativa. ¿Sabes 
      lo que es un alma pensativa? — Triste, 
      pero con esa fría 
      melancolía 
      de las suaves 
      diafanidades. Todo lo que existe, 
      cuando es diáfano, es sereno y triste. 
      — ¡Sabino peregrino 
      que contempla en las vivas 

    • ¡Si una espina me hiere, me aparto de la espina, 
      ...pero no la aborrezco! Cuando la mezquindad 
      envidiosa en mí clava los dardos de su inquina, 
      esquívase en silencio mi planta, y se encamina, 
      hacia más puro ambiente de amor y caridad. 

    • ¿Versos autobiográficos? Ahí están mis canciones, 
      allí están mis poemas: yo, como las naciones 
      venturosas, y a ejemplo de la mujer honrada, 
      no tengo historia: nunca me ha sucedido nada, 
      ¡oh, noble amiga ignota!, que pudiera contarte. 

    • ¡Yo lo que tengo, amigo, es un profundo 
      deseo de dormir!... ¿Sabes?: el sueño 
      es un estado de divinidad. 
      El que duerme es un dios... Yo lo que tengo, 
      amigo, es gran deseo de dormir. 

    • Todo en ella encantaba, todo en ella atraía 
      su mirada, su gesto, su sonrisa, su andar... 
      El ingenio de Francia de su boca fluía. 
      Era llena de gracia, como el Avemaría. 
      ¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar! 

    banner cuadrado de Audible
    banner horizontal de Audible