Vieja llave, de Amado Nervo | Poema

    Poema en español
    Vieja llave

    Esta llave cincelada 
    que en un tiempo fue, colgada, 
    (del estrado a la cancela, 
    de la despensa al granero) 
    del llavero de la abuela, 
    y en continuo repicar 
    inundaba de rumores 
    los vetustos corredores; 
    esta llave cincelada, 
    si no cierra ni abre nada, 
    ¿para qué la he de guardar? 

    Ya no existe el gran ropero, 
    la gran arca se vendió; 
    sólo en un baúl de cuero, 
    desprendida del llavero, 
    esta llave se quedó. 

    Herrumbrosa, orinecida, 
    como el metal de mi vida, 
    como el hierro de mi fe, 
    como mi querer de acero, 
    esta llave sin llavero 
    ¡nada es ya de lo que fue! 

    Me parece un amuleto 
    sin virtud y sin respeto; 
    nada abre, no resuena... 
    ¡me parece un alma en pena! 

    Pobre llave sin fortuna 
    ...y sin dientes, como una 
    vieja boca; si en mi hogar 
    ya no cierras ni abres nada, 
    pobre llave desdentada, 
    ¿para qué te he de guardar? 

    Sin embargo, tú sabías 
    de las glorias de otros días: 
    del mantón de seda fina 
    que nos trajo de la China 
    la gallarda, la ligera 
    española nao fiera. 

    Tú sabías de tibores 
    donde pájaros y flores 
    confundían sus colores; 
    tú, de lacas, de marfiles 
    y de perfumes sutiles 
    de otros tiempos; tu cautela 
    conservaba la canela, 
    el cacao, la vainilla, 
    la suave mantequilla, 
    los grandes quesos frescales 
    y la miel de los panales, 
    tentación del paladar; 
    mas si hoy, abandonada, 
    ya no cierras ni abres nada, 
    pobre llave desdentada, 
    ¿para que te he de guardar? 

    Tu torcida arquitectura 
    es la misma del portal 
    de mi antigua casa obscura 
    (que en un día de premura 
    fue preciso vender mal). 

    Es la misma de la ufana 
    y luminosa ventana 
    donde Inés, mi prima, y yo 
    nos dijimos tantas cosas 
    en las tardes misteriosas 
    del buen tiempo que pasó... 

    Me recuerdas mi morada, 
    me retratas mi solar; 
    mas si hoy, abandonada, 
    ya no cierras ni abres nada, 
    pobre llave desdentada, 
    ¿para qué te he de guardar?

    Amado Ruiz de Nervo Ordaz (1867-18709), fue un poeta y escritor mexicano, perteneciente al movimiento modernista. Fue miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua, no pudo ser miembro de número por residir en el extranjero. Poeta, autor también de novelas y ensayos, al que se encasilla habitualmente como modernista por su estilo y su época, clasificación frecuentemente matizada por incompatible con el misticismo y tristeza del poeta, sobre todo en sus últimas obras, acudiéndose entonces a combinaciones más complejas de palabras terminadas en "-ismo", que intenta reflejar sentimiento religioso y melancolía, progresivo abandono de artificios técnicos, incluso de la rima, y elegancia en ritmos y cadencias como atributos del estilo de Nervo. El sonoro nombre de Amado Nervo, frecuentemente tomado por seudónimo, era en realidad el que le habían dado al nacer, tras la decisión de su padre de simplificar su verdadero apellido, Ruiz de Nervo. Él mismo bromeó alguna vez sobre la influencia en su éxito de un nombre tan adecuado a un poeta.

    • Yo ya me despedía.... y palpitante 
      cerca mi labio de tus labios rojos, 
      «Hasta mañana», susurraste; 
      yo te miré a los ojos un instante 
      y tú cerraste sin pensar los ojos 
      y te di el primer beso: alcé la frente 
      iluminado por mi dicha cierta. 

    • Yo soy un alma pensativa. ¿Sabes 
      lo que es un alma pensativa? — Triste, 
      pero con esa fría 
      melancolía 
      de las suaves 
      diafanidades. Todo lo que existe, 
      cuando es diáfano, es sereno y triste. 
      — ¡Sabino peregrino 
      que contempla en las vivas 

    • ¡Si una espina me hiere, me aparto de la espina, 
      ...pero no la aborrezco! Cuando la mezquindad 
      envidiosa en mí clava los dardos de su inquina, 
      esquívase en silencio mi planta, y se encamina, 
      hacia más puro ambiente de amor y caridad. 

    • ¿Versos autobiográficos? Ahí están mis canciones, 
      allí están mis poemas: yo, como las naciones 
      venturosas, y a ejemplo de la mujer honrada, 
      no tengo historia: nunca me ha sucedido nada, 
      ¡oh, noble amiga ignota!, que pudiera contarte. 

    • ¡Yo lo que tengo, amigo, es un profundo 
      deseo de dormir!... ¿Sabes?: el sueño 
      es un estado de divinidad. 
      El que duerme es un dios... Yo lo que tengo, 
      amigo, es gran deseo de dormir. 

    • Todo en ella encantaba, todo en ella atraía 
      su mirada, su gesto, su sonrisa, su andar... 
      El ingenio de Francia de su boca fluía. 
      Era llena de gracia, como el Avemaría. 
      ¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar! 

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