Viudo y padre. Paciente y recto Como una rama.
Por las noches se avergüenza en la cama.
Al otro lado duerme una mujer que ama.
El sueño se resiste. Ella está al otro lado
sola y desnuda de costado,
Hija mía. Esposa. Tesoro hallado.
La luz de la mesilla tiene que encender.
En la foto de la cómoda, su hijo. Su mujer.
Se arrastra hacia la cocina. Quiere beber.
Vuelve a su habitación. Se sienta. Bebe un vino embriagador.
Se ensimisma frente a la pantalla del ordenador.
Teclea: un verano agotador.
Desde el jardín oscuro un pájaro le reclama,
envuelto en sombras la luz proclama.
Narimi Narimi. ¿Recuerdas? Te llama.
Se levanta. Desea ir a taparla, huir de su soledad,
extender sobre su sueño un ala de padre de avanzada edad.
Vuelve a la cama. Domina su piedad.
Se olvida de su cuerpo. Se atormenta. Se mueve.
Vuelve a dar la luz. Casi las cinco de la madrugada. Llueve.
En el Tíbet las cinco son ya las nueve.