Limpiarte las pezuñas, de Anne Carson | Poema

    Poema en español
    Limpiarte las pezuñas

    El olor 
    nunca lo olvidaré. 
    Afuera detrás del viñedo. 
    Un espacio de piedra quizá un cobertizo o una casa de nieve en desuso. 
    Octubre, un poco de frío. Heno en el suelo. Habíamos ido a la granja de su abuelo para ayudar 

    a prensar 
    las uvas para el vino. 
    Nadie puede imaginar la sensación si no lo ha hecho nunca: 
    duras ampollas de húmedo satén rojo explotan bajo los pies, 
    entre los dedos y arriba en las piernas los brazos la cara reventando por todo… 
    Se te mete en la ropa dijo él mientras nos afanábamos 

    en la tinaja. 
    Cuando te la quites 
    estarás empapada de jugo. 
    Me miró cuando dijo vamos a comprobarlo. 
    Desnuda en el espacio de piedra era verdad, manchas pegajosas, piel, me tumbé en el heno 

    y él lamía. 
    Lo lamió todo. 
    Salió corriendo y cogió más posos con las manos y me los untó 
    en las rodillas en el cuello en la barriga lamiendo. Buceando. 
    La lengua es el olor de octubre para mí. Lo recuerdo como si 
    nadara en un río rápido, pues no dejaba de moverme y era difícil moverse 

    mientras que todo a mi alrededor 
    también se movía, ese olor 
    a tierra removida y plantas frías y la noche acechante y 
    la vieja tinaja humeando levemente en el crepúsculo ahí fuera, 

    jugo puro en él. 
    Estambres en él 
    y como dijo Kafka al final 
    la natación no me ha servido de nada sabes al fin y al cabo no sé nadar. 
    Bueno ocurre que más del 90% de toda la uva cultivada es una variedad de 

    Vitis vinifera 
    la uva europea o del viejo mundo, 
    mientras que las uvas americanas autóctonas derivan 
    de ciertas especies salvajes de Vitis y se distinguen por su olor «sexy» 
    además de por el hecho de que su piel se escurre licuada de la pulpa. 

    La uva de vino ideal 
    es aquella que se prensa con facilidad. 
    Esas son las cosas que aprendí del abuelo 
    cuando nos sentábamos en la cocina tarde en la noche pelando castañas. 
    Y que bajo ninguna circunstancia debía casarme con su nieto 
    a quien él llamaba tragikos una palabra rural que significa tanto trágico como cabra.