El olor nunca lo olvidaré. Afuera detrás del viñedo. Un espacio de piedra quizá un cobertizo o una casa de nieve en desuso. Octubre, un poco de frío. Heno en el suelo. Habíamos ido a la granja de su abuelo para ayudar
a prensar las uvas para el vino. Nadie puede imaginar la sensación si no lo ha hecho nunca: duras ampollas de húmedo satén rojo explotan bajo los pies, entre los dedos y arriba en las piernas los brazos la cara reventando por todo… Se te mete en la ropa dijo él mientras nos afanábamos
en la tinaja. Cuando te la quites estarás empapada de jugo. Me miró cuando dijo vamos a comprobarlo. Desnuda en el espacio de piedra era verdad, manchas pegajosas, piel, me tumbé en el heno
y él lamía. Lo lamió todo. Salió corriendo y cogió más posos con las manos y me los untó en las rodillas en el cuello en la barriga lamiendo. Buceando. La lengua es el olor de octubre para mí. Lo recuerdo como si nadara en un río rápido, pues no dejaba de moverme y era difícil moverse
mientras que todo a mi alrededor también se movía, ese olor a tierra removida y plantas frías y la noche acechante y la vieja tinaja humeando levemente en el crepúsculo ahí fuera,
jugo puro en él. Estambres en él y como dijo Kafka al final la natación no me ha servido de nada sabes al fin y al cabo no sé nadar. Bueno ocurre que más del 90% de toda la uva cultivada es una variedad de
Vitis vinifera la uva europea o del viejo mundo, mientras que las uvas americanas autóctonas derivan de ciertas especies salvajes de Vitis y se distinguen por su olor «sexy» además de por el hecho de que su piel se escurre licuada de la pulpa.
La uva de vino ideal es aquella que se prensa con facilidad. Esas son las cosas que aprendí del abuelo cuando nos sentábamos en la cocina tarde en la noche pelando castañas. Y que bajo ninguna circunstancia debía casarme con su nieto a quien él llamaba tragikos una palabra rural que significa tanto trágico como cabra.
En el error. Y en sus emociones. Estar a punto del error es una condición del miedo. Estar en medio del error es estar en un estado de locura y de derrota. Darte cuenta de que has cometido un error produce vergüenza y remordimiento. ¿O sí?
Tres mujeres silenciosas en la mesa de la cocina. La cocina de mi madre es oscura y pequeña pero del otro lado de la ventana está el páramo, paralizado con hielo. Se extiende hasta donde alcanza la vista
El olor nunca lo olvidaré. Afuera detrás del viñedo. Un espacio de piedra quizá un cobertizo o una casa de nieve en desuso. Octubre, un poco de frío. Heno en el suelo. Habíamos ido a la granja de su abuelo para ayudar