Los sentados, de Arthur Rimbaud | Poema

    Poema en español
    Los sentados

    Costrosos, negros, flacos, con los ojos cercados 
    de verde, dedos romos crispados sobre el fémur, 
    con la mollera llena de rencores difusos 
    como las floraciones leprosas de los muros; 

    han injertado gracias a un amor epiléptico 
    su osamenta esperpéntica al esqueleto negro 
    de sus sillas; ¡sus pies siguen entrelazados 
    mañana, tarde y noche, a las patas raquíticas! 

    Estos viejos perduran trenzados a sus sillas, 
    al sentir cómo el sol percaliza su piel 
    o al ver en la ventana cómo se aja la nieve, 
    temblando como tiemblan doloridos los sapos. 

    Los Asientos les brindan favores, pues, prensada, 
    la paja oscura cede a sus flacos riñones 
    y el alma de los soles pasados arde, presa 
    de las trenzas de espigas donde el grano cuajaba 

    Los Sentados, cual músicos, con la boca en sus muslos, 
    golpean con sus dedos el asiento, rumores 
    de tambor, del que sacan barcarolas tan tristes 
    que sus cabezas rolan en vaivenes de amor. 

    ––¡Ah, que no se levanten! Llegaría el naufragio… 
    Pero se alzan, gruñendo, como gatos heridos, 
    desplegando despacio, rabiosos, sus omóplatos: 
    y el pantalón se abomba, vacío, entorno al lomo. 

    Oyes cómo golpean con sus cabezas calvas 
    las paredes oscuras, al andar retorcidos, 
    ¡y los botones son, en su traje, pupilas 
    de fuego que nos hieren, al fondo del pasillo! 

    Mas tienen una mano invisible que mata: 
    al volver, su mirada filtra el veneno negro 
    que llena el ojo agónico del perro apaleado, 
    y sudas, prisionero de un embudo feroz. 

    Se sientan, con los puños ahogados en la mugre 
    de sus mangas, y piensan en quien les hizo andar; 
    y del alba a la noche, sus amígdalas tiemblan 
    bajo el mentón, racimos a punto de estallar. 

    Y cuando el sueño austero abate sus viseras, 
    sueñan, sobre sus brazos, con sillas fecundadas: 
    auténticos amores, mínimos, como asientos 
    bordeando el orgullo de mesas de despacho. 

    Flores de tinta escupen pólenes como tildes, 
    acunándolos sobre cálices en cuclillas, 
    como a ras de unos gladios un vuelo de libélulas 
    ––y su miembro se excita al rozar las espigas.

    Arthur Rimbaud (1854-1891) fue un poeta francés conocido por su influencia sobre literatura y artes modernas, que prefiguraron el surrealismo. Comenzó a escribir a una edad muy temprana y destacó como estudiante, pero abandonó su educación formal en su adolescencia para huir de su hogar a París en medio de la Guerra franco-prusiana. Durante su adolescencia tardía y su edad adulta temprana comenzó la mayor parte de su producción literaria, luego dejó de escribir por completo a la edad de 20 años, después de reunir una de sus principales obras, Illuminations

    • Me tragué un magnífico sorbo de veneno.— ¡Bendito sea tres veces el consejo que me dieron!— Las entrañas me queman. La violencia del veneno retuerce mis extremidades, me deforma, me tumba contra el suelo. Muero de sed, me sofoco, y no puedo gritar. ¡Es el infierno, el castigo eterno!