Las viejecitas una a una van desfilando hacia el santuario y se diría un milenario coro de brujas, a la luna.
Es el último día del mes de María.
Mayo en el huerto y en el cielo: el cielo, rosas como estrellas; el huerto, estrellas como rosas... Hay un perfume de consuelo flotando por todas las cosas. Virgen María, ¿son tus huellas?
Hay santa paz y santa calma... sale a los labios la canción... El alma dice, sin voz, una oración.
Canción de amor, oración mía, pálida flor de poesía.
Hora de luna y de misterio, hora de santa bendición, hora en que deja el cautiverio para cantar, el corazón.
Hora de luna, hora de unción, hora de luna y de canción. La luna es una llaga blanca y divina en el corazón hondo de la noche.
¡Oh luna diamantina, cúbreme! ¡Haz un derroche de lívida blancura en mi doliente noche! ¡Llégate hasta mi cruz, pon un poco de albura en mi corazón, llaga divina de locura! ................. El viejo campanario que tocaba al rosario se ha callado. El santuario se queda solitario.