Castilla, de Azorín - Austral

Por su forma, su estética y su contenido Castilla (1912) representa la quintaesencia de la obra de Azorín: la contemplación del paisaje o del pueblo como pequeña historia transida por el tiempo, buscando, además, en la literatura una expresión del espíritu nacional. Supone Azorín, como explicó Ortega y Gasset, una nueva manera de ver el mundo: la que sabe captar los primores de lo vulgar y adivinar en ellos el alma de las cosas. Al paso de la lectura vamos descubriendo la resignación y el dolorido sentir de los españoles, la sumisión a la fuerza de los hechos y la idea abrumadora de la muerte. Pero todo lo redime una prosa genial que convierte al libro en uno de los más hermosos de nuestra literatura. Inman Fox, uno de los primeros especialistas azorinianos, ofrece aquí una edición depuradísima y rescata textos claves para la mejor comprensión de la obra.
Tapa blanda
190 x 125 mm
352 páginas
8467042265
9788467042269

José Augusto Trinidad Martínez Ruiz (Monóvar, Alicante, 1873 – Madrid, 1967), más conocido como Azorín, fue un novelista, ensayista, dramaturgo y crítico literario. La relevancia de su figura se basa, sobre todo, en su lucha por el renacimiento de la literatura española por medio de un grupo de escritores que él mismo bautizó como Generación del 98, del que fue el máximo exponente. En sus escritos prevalece el tema la eternidad y la continuidad, simbolizadas en las costumbres ancestrales de los campesinos, y su obra destaca también por una lúcida crítica literaria. Introdujo, además, un estilo nuevo y vigoroso en la prosa española. Es autor de ensayos como El alma castellana (1900), Los pueblos (1904) y Castilla (1912), aunque se le reconoce, sobre todo, por sus novelas autobiográficas La voluntad (1902), Antonio Azorín (1903) y Las confesiones de un pequeño filósofo (1904). Escribió textos brillantes en el campo de la crítica literaria como Los valores literarios (1913) y Al margen de los clásicos (1915). Colaboró en distintos periódicos, en los que utilizaba diversos seudónimos: Fray José, en La educación católica, Petrel y Juan de Lis, en El defensor de Yecla, etc. En 1924 fue elegido miembro de la Real Academia Española y en 1946 se le otorgó la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio. 

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