Suficientes razones, suficientes razones para colocar primero un pie y luego otro. Bajo ellos, no más grande que ellos ni más pequeña, la inevitable sombra que se adelanta y voltea la esquina, a tientas.
querido mío te recuerdo como la mejor canción esa apoteosis de gallos y estrellas que ya no eres que ya no soy que ya no seremos y sin embargo muy bien sabemos ambos que hablo por la boca pintada del silencio con agonía de mosca al final del verano