podría describirla ¿tenía nariz ojos boca oídos? ¿tenía pies cabeza? ¿tenía extremidades? sólo recuerdo al animal más tierno llevando a cuestas como otra piel aquel halo de sucia luz voraces aladas sedientas bestezuelas infamantes ángeles zumbadores la perseguían era la tierra ajena y la carde de nadie tras la legaña me deslumbró el milagro mortecino la víspera el instinto la mirada el sol nonato ¿era una niña un animal una idea? ah señor qué horrible dolor en los ojos qué agua amarga en la boca de aquel intolerable mediodía en que más rápida más lenta más antigua y oscura que la muerte a mi lado coronada de moscas pasó la vida
querido mío te recuerdo como la mejor canción esa apoteosis de gallos y estrellas que ya no eres que ya no soy que ya no seremos y sin embargo muy bien sabemos ambos que hablo por la boca pintada del silencio con agonía de mosca al final del verano
Suficientes razones, suficientes razones para colocar primero un pie y luego otro. Bajo ellos, no más grande que ellos ni más pequeña, la inevitable sombra que se adelanta y voltea la esquina, a tientas.