...Tántalo en fugitiva fuente de oro
Quevedo
Cuerpo de la mujer, río de oro
donde, hundidos los brazos, recibimos
un relámpago azul, unos racimos
de luz rasgada en un frondor de oro.
Serenidad, seamos siempre buenos
amigos. Caminemos reposada-
mente. La frente siempre sosegada
y siempre sosegada el alma. Menos
mal que bebí de tus venenos,
inquietud, y no me supiste a nada.
El aire se serena, remansada
música suena de acordes serenos.
No moverán la hoja sostenida
con mis dedos, a contra firmamento
en medio del camino de mi vida.
Vísteme de hermosura el pensamiento,
serenidad, perennemente unida
al árbol de mi vida a contra viento.