Cuando mi corazón empezó a nadar en el caudaloso río de la alegría de las más limpias herraduras de agua Y descubrí que en el alma de la mujer subyacen cinco estaciones de grácil silueta Oí silbar al ruiseñor del camposanto de la aldea y ahuyenté de mi piel los malos pensamientos Aparté de mí los torvos presagios de la debilidad la enfermedad el hambre la guerra la miseria y los vacíos de la conciencia. Empecé a oler tímidamente el gimnástico aire de la belleza que duerme contigo Y volé tan alto que perdí de vista el aire de los invernaderos el agua quieta de las acequias y el fuego purificador también la arcillosa y pedregosa tierra que piso y en la que seré olvidado por tu mano Te amo lleno de esperanza Tu vida es aún muy breve para acariciar la esperanza Y hoy cumples años quizá excesivos Hoy cumples mil años Quisiera bailar en un local cerrado con la muerte coronada de esmeraldas y rubíes yo coronado de musgo y alfileres Para proclamar en el reino de las más solitarias ballenas Mi dulce sueño con estas sobrecogidas palabras Pregono en voz alta el espanto que me produce la felicidad.
Cuando mi corazón empezó a nadar en el caudaloso río de la alegría de las más limpias herraduras de agua Y descubrí que en el alma de la mujer subyacen cinco estaciones de grácil silueta
Ese amor que cada mañana canta y silba, temeroso, matutino, inútil (también silba) bajo las húmedas tejas de los más solitarios corazones -¡Ave María Purísima!-