Mis zapatos en el armario cual lirios
olvidados,
mis zapatos solos ahora mismo,
cual perros paseando por avenidas muertas,
y recibí una carta de una
mujer en un hospital,
amor, dice, amor,
pero no le respondo,
no me entiendo,
me envía fotografías de
sí misma
tomadas en el hospital
y la recuerdo otras
noches,
en que no estaba muriendo,
los zapatos con tacones como dagas
al lado de los míos
en el armario;
cómo nos mentían
aquellas noches intensas,
cómo aquellas noches se tornaron tranquilas
al final,
mis zapatos solos en el armario ahora
sobrevolados por abrigos e
incómodas camisas,
y miró la ranura que
deja la puerta
y las paredes, y no
le
respondo.