Testamento gaucho, de Claudio Martínez Paiva | Poema

    Poema en español
    Testamento gaucho

    Bueno mijo, según la ley, 
    ya somos casi, casi iguales. 
    Ya le ha entregado el juez el documento 
    que lo acredita como hombre. 
    De hoy en más, lo que haga, 
    lo que piense y lo que sienta, 
    tendrá que sustentarlo con su nombre, 
    su brazo, su plata y su conciencia. 
    Todita esa es la fortuna 
    con que a la lucha de la vida le entra 
    y usted sabe bien el empeño que hemos puesto 
    pa que al llegar a mozo las tuviera. 

    Mientras nos vamos acercando a casa, 
    onde estará su mamá, como clueca; 
    ¿loca de ganas de abrazar al hombre 
    con que el cielo al final la recompensa? 
    le voy decir mijo las última palabras 
    que le guardó pa esta hora mi experiencia. 
    si le estorban: las oye y las olvida. 
    en cambio mijo si le sirven, las oye y las recuerda 
    pa que en esta forma 
    le ayude a encontrar el rumbo de este viaje largo, 
    bien largo que le espera. 

    Ser hombre, no se creerse más varón que cualesquiera, 
    ni de andar de reja en reja, en una dejando fama de borracho, 
    y en otra de manchar honras ajenas. 

    Las de la cantina, son pa por si acaso, 
    las que hay en la ventana, pa querencias; 
    son las que pone Dios 
    pa que resguarde su propio nombre en la custodia de ellas. 

    Ser guapo, no es andar golpiando gente 
    ni tampoco deshaciendo fiestas, 
    guapo mijo ¡es el domador! 
    que ve la muerte sobre al animal que muenta; 
    más valiente es toavía quien junto al arado, abre una velga 
    o se queman los fríos del invierno 
    o se abraza el sol de media siesta. 

    Cuando le toque ofertar algún servicio 
    que llegue su mano antes que su oferta. 
    La palabra y la firma no se niegan, 
    así le cueste soportar la vida 
    en lo más desgraciado de la pobreza. 

    Ser honrado mijo es el mérito más grande, 
    como no serlo: la mayor vergüenza. 

    Cuando le toque votar atienda bien, 
    cuando le toque votar, tenga presente 
    que en ese papelito que usted deja 
    deja lo más sagrado que tiene un hombre, 
    porque ahí deja usted su honor, su libertad y su conciencia; 
    y no vaya pensar que yo lo he creado a usté pa flojo, 
    no mijo... y escuche bien, escuche bien esta sentencia 
    que fue la condición de sus abuelos: 

    Aquel, aquel que no sabe ofender, no admite ni acepta ofensas, 
    nadie muere un día antes según la ley de Dios, 
    ni tampoco hay sangres de gallina en nuestras venas. 
    Pa defender la vida es el cuchillo, 
    pa castigar agravios la zotera, 
    y si un día, un extraño de su tierra 
    le perdiese el respeto a su bandera 
    ¡ay si dinchalovarón! nunca más hombre, 
    nunca más firme el brazo ni la conciencia. 

    Americano, americano por raza o por orgullo, 
    americano a las buenas o a las malas 
    ¡caiga el que caiga! 
    así llamen a su padre pa levantar el mismo su osamenta. 
    que el que mata, que el que mata o perece por su patria 
    ha cumplido las leyes de su tierra.