Más allá de la saudade, de Claudio Rodríguez Fer | Poema

    Poema en español
    Más allá de la saudade

    Yo, que tantos hombres he sido
    Borges

     
    Porque de tantas vidas que tuve estoy ausente y soy, a la vez soy aquel hombre que fui. Neruda 
     
    Tú, 
    que tantos hombres has sido, 
    no fuiste aun aquel 
    que subió conmigo 
    a las montañas nubladas, 
    donde está escrito: 
        «Ellos vendrán. 
    Vendrán erguidos 
    por la oscura niebla 
    donde levita Galicia. 
    Los caballos serán fulgurantes. 
    Las botas altas y negras. 
    Azules las miradas y las casacas; 
    las fustas, negras. 
    Traerán un aroma a roble, 
    una hoz y una bandera roja. 
    Bajarán por la gándara 
    enamorando a las doncellas. 
    Quizás vengan dos. 
    Los caballos azules. 

    Botas y espuelas negras. 
    La bandera, roja. 
    Uno traerá la hoz, 
    otro la esperada enseña. 
    Recitarán a Ossián, 
    agotarán las cepas, 
    hablarán de los hombres de las pallozas antiguas. 
    Bajarán por la gándara, 
    relampagueante de cascos, 
    silenciosa de estoicos guerreros. 
    No lo olvidéis. 
    Ellos vendrán por la oscura niebla. 
    Uno será un caballero, 
    traerá hoz de bronce, 
    y en el porte mítico veréis 
    que desciende de Breogán. 
    El otro será apacible, 
    traerá la palabra 
    y vendrá con el estandarte rojo. 
    Que la tierra que pisen sea firme, 
    el vino noble y las mujeres propicias». 

    Mientras, 
    a mi me sucede lo contrario 
    que a Pasolini con Gramsci: 
    estoy contra ti en la luz, 
    más contigo en las oscuras tinieblas. 
    y es que yo creo en la lógica de las cosas, 
    pero no creo en la lógica. 
    Por eso fui tantos hombres 
    como mujeres tuve. 

    Y por si alguna vez nos encontráramos 
    recuerda que yo subí a la cumbre de la montaña, 
    que divisé el abismo 
    y que bajé por ti. 
    Recuerda, 
    que estoy esperando el día 
    que serenes tu palabra, 
    liberes de nuevo el grito de los antiguos 
    y me digas que estás dispuesto a subir. 
    Entonces lo dejaremos todo, 
    quemaremos la última noche que nos queda, 
    y en los caballos azules 
    subiremos a las montañas nubladas, 
    traspasando la oscura niebla 
    donde levita Galicia 
    y donde termina nuestro laberinto. 
    Juntos cazaremos todos los ciervos pardos 
    y regresaremos cubiertos por pellejos de lobo. 
    Después nos perderemos en los barrancos, 
    librando cadenas, 
    prendiéndonos de cabelleras femeninas, 
    hasta consumar el ciclo, . 
    allá, 
    donde no hay estado, ni dios, ni poder.