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Sabido es de cada cual que aún mucho más que el caballo, entre los vanos, el gallo es vanidoso animal.
Había en cierto lugar uno que el cuello inclinaba cuando la puerta pasaba por temor de tropezar;
y era risible el temor, que en un portón como aquel no llegaría al dintel siendo cien veces mayor.
Estábase en el corral de la casa por guardián un juiciosísimo can, y cansado de ver tal
díjole: «Señor gigante, lleve la cabeza inhiesta, que antes de dar con la cresta aún ha de crecer bastante.
¿No ves como no se baja un hombre aunque esté montado, y que nunca han tropezado los carros que traen paja?
¿Cómo, ¡voto a Belcebú!, donde no pueden llegar imaginas alcanzar siendo más pequeño tú?»
Quedóse el gallo corrido no sabiendo qué decir, y cuando volvió a salir fuese con el cuello erguido;
no porque tuviera prisa su error de reconocer, sino que llegó a temer del can machucho la risa.
De la ciencia en el umbral lo mismísimo se viera si puerta visible hubiera como había en el corral.