Bata, de Constantino Ocha'a Mve | Poema

    Poema en español
    Bata

    Entre nimbos cristalinos 
    navega mi acero alado 
    hacia el paisaje de cocos, 
    hacia el imperio de mangos. 
    La villa de cocoteros, 
    del jolgorio y del turismo 
    canturreaba sus recuerdos 
    como sueños sin sentido. 
    Surge la Bata que busco 
    entre aires de mar y jungla 
    y bajo el manto perlado 
    de sus soles y sus lunas. 
    La ciudad del torreón 
    tiene semblanza de fiesta, 
    tardes henchidas de vida 
    y una feria que desvela 
    hasta el colmo de la noche. 
    La ciudad del ecuador 
    besa muda los kong-kong 
    de su histórico reloj. 
    En sus noches africanas 
    suspira aires de Ngoló 
    entre ecos y danzas rítmicas 
    que hierven el ecuador 
    cuando tormentas de octubre 
    inundan las noches negras 
    con descargas torrenciales 
    que su atmósfera dispersa. 
    Con el giro vespertino 
    su cielo exhala tabú, 
    la torre sin inmutarse 
    besa arrogante su azul, 
    al tranquilizarse el tiempo 
    con sus ondas invasoras 
    Bata barre con el viento 
    sus calles rotas y amorfas. 
    Ella vibraba de fiesta 
    con su ambiente pintoresco 
    de cálida urbe bantú, 
    sin rencores ni complejos. 
    También lloraba de angustias 
    con su corazón surcado 
    de congojas, de martirio, 
    de los dramas del pasado. 
    Vi en su semblante de arrugas 
    un festival de esperanzas, 
    un arsenal de fantasmas, 
    pesadillas, añoranzas. 
    Vi su parque de marfil, 
    vi su playa tropical 
    estoica, triste y trocada 
    en mil fangos de cristal. 
    Vi hermosuras de diamante 
    con su gracia juvenil 
    ofrecer a los lactantes 
    sus papayas de marfil. 
    Era una ciudad sin casco, 
    enfermiza y amargada. 
    Infinitamente triste, 
    sosa, ñoña, resignada. 
    La ciudad del torreón 
    sufre penuria de harina, 
    de agua, de carne, de coches, 
    de misas, de gasolina... 
    la ciudad del torreón 
    es un poema de recuerdos 
    que abre tímidas sonrisas 
    a su picaresco pueblo. 
    La ciudad de los palacios 
    suspira noches de rumba, 
    de acordes, antologías 
    y folklore en sus penumbras. 

    • Entre nimbos cristalinos 
      navega mi acero alado 
      hacia el paisaje de cocos, 
      hacia el imperio de mangos. 
      La villa de cocoteros, 
      del jolgorio y del turismo 
      canturreaba sus recuerdos 
      como sueños sin sentido. 
      Surge la Bata que busco