Sobre las mesas: el destello, de Coral Bracho | Poema

    Poema en español
    Sobre las mesas: el destello

    El rizoma, como tallo subterráneo (...) 
    tiene, en sí mismo, muy diversas for- 
    mas: desde su extensión superficial 
    ramificada en todos sentidos, hasta su 
    concreción en bulbos y tubérculos. 
    El deseo es un creador de realidad 
    (...) produce y se mueve mediante 
    rizomas, 
    Un rasgo intensivo comienza a ac- 
    tuar por su cuenta... 

    Deleuze y Guattari, Rizoma 

    En la palabra seca, informulada, se estrecha 
    rancia membrana parda ((decir: fina gota de aceite para el 
    brillo matinal 
    de los bordes, para la línea 
    tibia, transitada que cruza, como un puro matiz, sobre 
    el vasto crepitar, sobre el lomo colmado, 
    bulbo —una gota de saliva animal: 
    para las inflexiones, para el alba fecundada (caricia) 
    que se expande a la orilla, como una espuma, un relieve; 
    un pelaje frutal— una llaga de luz, un hilván: para 
    los gestos aromados al tacto, a la sombra rugosa, codiciante; 
    una voz, una fibra desprendida —un vellón— al azar de las 
    gubias, del frote (plectro), 
    Tientos 
    y el idioma capilar de los roces en el cuenco lobular 
    de los cuerpos. Púrpura 
    en la raíz; 
    una esponja, una lima, un espejo 
    axilar: y en los ecos, 
    la estatura: 
    una alondra: Rimas en los espliegos; 
    hielo: por la grupa liminal, tersos belfos inquietos. 
    Valva pilosa, 
    alianza, en el vuelco; plexos y el tendón: 
    un ardor, una punta sinovial en los goces veteados: ductos 
    a la pálida cima oculta; 
    una astilla, una cinta (gato) 
    un embrión para el bronce de espesuras rampantes, 
    intimables; 
    un hervor, una turba despeinada, una espora: 
    Caudas entornadas al auge de un sabor inguinal. Sobre las 
    crines; coces: 
    En las hormas habituales, impugnadas, de estar, en sus 
    zagas humosas, ovulantes: 
    un carámbano exacto, 
    un candil. 
    Riscos. 
    y en los pliegues enlamados, los atisbos de estar, 
    en sus médanos acres: 
    higos perlados; risas; 
    un limón en las orlas incitadas 
    rasgar: con almohazas vidriantes, inaudibles (vino prensil, 
    hirsuto) 
    con espinas el temple, las pezuñas; 
    carcajada chispeante entre los bulbos 
    escrutados, las urracas; 
    fósforos, guiños, ecos 
    en la tenaza; salta 
    la perdiz. 
    La perdiz: ave fresca, abundante, de muslos gruesos; 
    acusado dimorfismo sexual. Sus plumas rojas, cenicientas, 
    encubren. Salta en parábola eyecta sobre las fresas; 
    aleteante calidez. Tiene los flancos grises (Las fresas 
    bullen esponjadas, exhalan —de sus fieltros de amapola, 
    de entresijo verbal—, la lejía delectante), las patas finas, 
    el vuelo corto; corre (los sabores umbrosos, apilables) 
    con rapidez. 
    Abre sus belfos limpios: 
    el jugo moja y perfuma su atelaje; en su piel 
    de escozores ambiguos, ávido ciñe el grácil, 
    respingante; lúbrico abisma el néctar 
    simultáneo; estupor; estupor anchuroso 
    entre los brotes atiplados; 
    hincar, en las corvas deslumbrantes, erectas. 
    En los bíceps, los escrotos; Fúlgidos, agrios. Trotes. 
    Alentado a las ancas 
    alumbradas; cadencias; ritmos convexos; malvos paroxismos: 
    de bruces 
    entre las hondas resonancias. Pedúnculos emprendibles 
    bajo el cinto: 

    Libar desde las formas borboteantes; la lengua entre las 
    texturas engranadas, las vulvas 
    prístinas en sus termas; lluvia a los núcleos 
    astillados; rizomas incontenibles entre los flujos, las 
    pelambres exultadas, espumantes, de estar; 
    bajo las riendas fermentables, las gualdrapas. Embebido 
    en las blandas, extensivas. Desbordado. 
    Volúmenes irascibles entre la paja exacerbada, germinante. 
    Vital, 
    inmarcesible en sus impulsos abruptos, suave y matizado en 
    sus ocres, 
    su esplendor, a las yemas; único a las pupilas 
    restregantes. 
    Desbandada encendida entre los surcos, las pimientas, los 
    indicios; densa 
    y exaltable en sus puntas: al olfato. Ráfaga 
    mineral. Un renglón, un cabús, un polvito; Gárgola. 
    Una hormiga en las crestas hilarantes, por los muslos, 
    el vientre; en las palabras)) tensas, enturbiadas, 
    se estrecha, ronca membrana ((cítricas. La estridencia 
    perpetrable en los lindes)) 
    parda; su red empaña ((en los ápices lubricados, el pistilo. 
    —Su voz: saboreando, exhibiendo, despojándolo— Luz; 
    en los espacios excitables, el acto sedicioso. Labial, 
    embarnecible bajo el índice fresco, su tersura; prensan. 
    Magnetismo atizado hasta el exceso degustable, 
    el rechinido. Vértices las cosquillas. 
    —Acedando, exprimiéndolo— en rupturas desbocadas, 
    expresivas. Vórtice. Entre los fierros, los erizos, 
    el instinto. Roedores inexpugnables 
    entre los hilos, las escuadras, el cedazo. Un terrón, 
    un respiro lanceolado, un prurito. 
    Rastrear bajo las zonas apiñadas, intensivas. 
    Nudos papilares entre la yerba. Sobre las mesas: el destello. 
    Un punzón, un insecto en las palabras)) lentas, empalmadas 
    ((entre las grietas, 
    las cesuras, en las bridas. Súbitos y lascivos las concentran —Su 
    voz: separándolo, abriéndolo, eligiendo— ciñen y cohabitan en 
    los filos espejeantes) huecas; su costra opaca (entre los gritos, 
    las cernejas, los resquicios. Estar: )