Arte poética, de Dolan Mor | Poema

    Poema en español
    Arte poética

    'No hables en tus poemas del ruiseñor 
    de Wilde, ni menciones amor, perfume, labio o rosa' 
    –me dice en los manuales Ariel Rivadeneira– 
    y yo evito poner en cada verso escrito 
    un ala, algún jardín, la luna de Virgilio, 
    y hasta a veces me niego, sentado 
    en el alféizar, a mirar las heladas 
    del invierno en España, porque queman 
    las ramas de los árboles todos y la niebla 
    me invita a escribir con nostalgia 
    'y ese signo, nostalgia, –me dicen 
    los manuales– es señal del pasado, 
    y se debe escribir sin alma, con estilo, 
    igual que si torcieras el cuello 
    de una garza con desprecio en tus dedos'. 

    'Habla de cibernética y de física cuántica, 
    menciona blog, pantalla, correos 
    electrónicos' –me aconsejan los críticos–. 
    Y yo sumo las cifras o despejo ecuaciones, 
    digo leyes, neones, sistemas invisibles 
    que arman genios, científicos. 
    También menciono genes, vídeos, 
    ordenadores, y hay instantes, incluso, 
    que hablo sin meditar y construyo asonantes 
    al decir aeropuertos, submarinos, aviones 
    y algún laboratorio (...), móviles, cines, clones. 

    Pero aunque logre versos posmodernos 
    siguiendo los consejos de sabios 
    que hablan de poesía como hablar 
    de la historia, de mercados, teoremas 
    que establecen los pliegues en las cuerdas 
    del tiempo, no he logrado escribir 
    el poema perfecto, e incluso 
    cuando leo alguna línea aislada 
    de Wilde entre las sábanas, y todos 
    mis maestros (con diplomas de masters 
    y perfil de doctores) se divierten 
    en bares o en los pubs de internet, 
    yo lloro como dama sin remedio 
    y me jode el viejo de Quevedo, 
    y me arriesgo, en la cama, a que digan 
    los críticos en los post o en revistas: 
    '¡qué anticuado y qué griego se volvió 
    Dolan Mor leyendo a los antiguos!, 
    si hasta le creció un día, encima 
    de las cejas, (en lugar de la gorra 
    ladeada sobre un piercing) un ramo 
    de laurel... 

    Pero logró dos cosas: pasar 
    imperceptible delante de los hombres, 
    como dijo Epicuro, y escribir con la espalda 
    inclinada en la hoja, sin cederle la mano 
    al influjo variable del tiempo y de las modas'. 

    • 'No hables en tus poemas del ruiseñor 
      de Wilde, ni menciones amor, perfume, labio o rosa' 
      –me dice en los manuales Ariel Rivadeneira– 
      y yo evito poner en cada verso escrito 
      un ala, algún jardín, la luna de Virgilio, 
      y hasta a veces me niego, sentado