tú en la madera quiero que vivas en la madera del violín del desierto alguien da órdenes a la luna pero nada resplandece si me muevo es de noche si no me muevo es de noche en el silencio están cavando un túnel para matar no me calma la sonrisa ni su fijeza en los dientes cada vez más blancos de las Azafatas y de los Ministros ciudades amarillas negras me arrastran de un cuerpo a otro de un tren a otro de un hospital a otro (las enfermeras traban mi corazón y me recortan en forma de mano que grita) no puedo reunir mi alma carteles luminosos titilan crímenes se está borrando del suelo el leve tatuaje de la aurora esta ciudad tiene muros y hombres muertos en la niñez de los árboles yo me hechizo con los agujeros del fin del mundo pero tú en la madera quiero que vivas en la madera del violín del desierto qué sonido furioso mientras hablo expulsa al narrador de la pradera qué lanas durmientes abren ese cuento comido por la nieve
hablo con el motín de los perros del silencio y las rodillas nucleares de la aurora hundidas en el agua de los secretos pero tú quiero que vivas en la clarividencia del furor de las hierbas dotado de alegría y de un habla de emergencia para calmar el fondo de la noche ahora que escuchas a una mujer que cruza con sus medias de fuego el aire cada vez más oscuro ahora que incubas por última vez el llanto de todos los hombres
tú en la madera quiero que vivas en la madera del violín del desierto alguien da órdenes a la luna pero nada resplandece si me muevo es de noche si no me muevo es de noche en el silencio están cavando un túnel para matar