Como cada domingo o día de visita me quedaba sin pan menos mal que llegaban los hijos atravesaban lentamente las calles hasta volver a casa en donde esperaba atemporal definitiva con un plato de arroz entre mis manos creía que la vida estaba hecha a domingos como esos cobertores de telas discordantes como esos libros tristes que perpetran a veces como esas propagandas ficticias de la tele y esperaba el domingo después de cada lunes después de cada tarde solitaria después de cada gesto despectivo esperaba a los hijos mansamente como se espera el viento como se espera a Dios desde la tierra esperaba de pie tranquilamente la mesa bien servida y el corazón abierto esperaba a los hijos que venían atravesando calles sorteando peligros acariciando perros vagabundos que esperan cual las madres los domingos como migas de pan que arrojan los señores posesivos que permite la ley que manda Dios (y si no qué más da que no lo mande) esperaba a los hijos tercamente como espera el labriego la cosecha con los surcos abiertos con las sienes mojadas por la espera esperaba a los hijos esperaba a los hijos.
Como cada domingo o día de visita me quedaba sin pan menos mal que llegaban los hijos atravesaban lentamente las calles hasta volver a casa en donde esperaba atemporal definitiva con un plato de arroz entre mis manos