Martirio de Santa Olalla, de Federico García Lorca | Poema

    Poema en español
    Martirio de Santa Olalla

    (A Rafael Martínez Nadal) 
     

    Panorama de Mérida 

    Por la calle brinca y corre 
    caballo de larga cola, 
    mientras juegan o dormitan 
    viejos soldados de Roma. 
    Medio monte de Minervas 
    abre sus brazos sin hojas. 
    Agua en vilo redoraba 
    las aristas de las rocas. 
    Noche de torsos yacentes 
    y estrellas de nariz rota, 
    aguarda grietas del alba 
    para derrumbarse toda. 
    De cuando en cuando sonaban 
    blasfemias de cresta roja. 
    Al gemir, la santa niña 
    quiebra el cristal de las copas. 
    La rueda afila cuchillos 
    y garfios de aguda comba: 
    Brama el toro de los yunques, 
    y Mérida se corona 
    de nardos casi despiertos 
    y tallos de zarzamora. 

    II 

    El martirio 

    Flora desnuda se sube 
    por escalerillas de agua. 
    El Cónsul pide bandeja 
    para los senos de Olalla. 
    Un chorro de venas verdes 
    le brota de la garganta. 
    Su sexo tiembla enredado 
    como un pájaro en las zarzas. 
    Por el suelo, ya sin norma, 
    brincan sus manos cortadas 
    que aun pueden cruzarse en tenue 
    oración decapitada. 
    Por los rojos agujeros 
    donde sus pechos estaban 
    se ven cielos diminutos 
    y arroyos de leche blanca. 
    Mil arbolillos de sangre 
    le cubren toda la espalda 
    y oponen húmedos troncos 
    al bisturí de las llamas. 
    Centuriones amarillos 
    de carne gris, desvelada, 
    llegan al cielo sonando 
    sus armaduras de plata. 
    Y mientras vibra confusa 
    pasión de crines y espadas, 
    el Cónsul porta en bandeja 
    senos ahumados de Olalla. 



    III 

    Infierno y gloria 

    Nieve ondulada reposa. 
    Olalla pende del árbol. 
    Su desnudo de carbón 
    tizna los aires helados. 
    Noche tirante reluce. 
    Olalla muerta en el árbol. 
    Tinteros de las ciudades 
    vuelcan la tinta despacio. 
    Negros maniquíes de sastre 
    cubren la nieve del campo, 
    en largas filas que gimen 
    su silencio mutilado. 
    Nieve partida comienza. 
    Olalla blanca en el árbol. 
    Escuadras de níquel juntan 
    los picos en su costado. 
      
    * * * 
      
    Una Custodia reluce 
    sobre los cielos quemados, 
    entre gargantas de arroyo 
    y ruiseñores en ramos. 
    ¡Saltan vidrios de colores! 
    Olalla blanca en lo blanco. 
    Ángeles y serafines 
    dicen: Santo, Santo, Santo. 

    Federico García Lorca (Fuentevaqueros, 5 de junio de 1898 – camino de Víznar a Alfacar, 1936) fue un poeta y dramaturgo español, adscrito a la generación del 27. Desde pequeño entró en contacto con las artes a través de la música y el dibujo. En 1915 comenzó a estudiar Filosofía y Letras, así como Derecho, en la Universidad de Granada. Formó parte de El Rinconcillo, tertulia de los artistas granadinos, donde conoció a Manuel de Falla. Entre 1916 y 1917 realizó una serie de viajes por España con sus compañeros de estudios, que inspiraron su primer libro Impresiones y paisajes (1918). En 1919 se instaló en la Residencia de Estudiantes de Madrid, coincidiendo con numerosos artistas e intelectuales como Luis Buñuel, Rafael Alberti o Salvador Dalí. Allí empezó a florecer su actividad literaria, con la publicación de obras como Libro de poemas (1921) o El maleficio de la mariposa (1920). En 1929 viajó a Nueva York por sugerencia de Fernando de los Ríos, plasmando este viaje en Poeta en Nueva York, que se publicaría cuatro años después de su muerte, en 1940. En 1931 fundó el grupo teatral universitario La Barraca, para acercar el teatro al pueblo mediante obras del Siglo de Oro. Otro viaje a Buenos Aires en 1933 hizo crecer más su popularidad con el estreno de Bodas de Sangre y a su vuelta a España, un año después, siguió publicando diversas obras como Yerma o La casa de Bernarda Alba. En 1936, al regresar a Granada, fue detenido y fusilado por sus ideas liberales.