Romance de la Guardia Civil española, de Federico García Lorca | Poema

    Poema en español
    Romance de la Guardia Civil española

    (A Juan Guerrero. Cónsul general de la Poesía) 
     
    Los caballos negros son. 
    Las herraduras son negras. 
    Sobre las capas relucen 
    manchas de tinta y de cera. 
    Tienen, por eso no lloran, 
    de plomo las calaveras. 
    Con el alma de charol 
    vienen por la carretera. 
    Jorobados y nocturnos, 
    por donde animan ordenan 
    silencios de goma oscura 
    y miedos de fina arena. 
    Pasan, si quieren pasar, 
    y ocultan en la cabeza 
    una vaga astronomía 
    de pistolas inconcretas. 
      
    * * * 
      
    ¡Oh ciudad de los gitanos! 
    En las esquinas banderas. 
    La luna y la calabaza 
    con las guindas en conserva. 
    ¡Oh ciudad de los gitanos! 
    ¿Quién te vio y no te recuerda? 
    Ciudad de dolor y almizcle, 
    con las torres de canela. 
      
    * * * 
      
    Cuando llegaba la noche, 
    noche que noche nochera, 
    los gitanos en sus fraguas 
    forjaban soles y flechas. 
    Un caballo malherido, 
    llamaba a todas las puertas. 
    Gallos de vidrio cantaban 
    por Jerez de la Frontera. 
    El viento, vuelve desnudo 
    la esquina de la sorpresa, 
    en la noche platinoche 
    noche, que noche nochera. 
      
    * * * 
      
    La Virgen y San José 
    perdieron sus castañuelas, 
    y buscan a los gitanos 
    para ver si las encuentran. 
    La Virgen viene vestida, 
    con un traje de alcaldesa 
    de papel de chocolate 
    con los collares de almendras. 
    San José mueve los brazos 
    bajo una capa de seda. 
    Detrás va Pedro Domecq 
    con tres sultanes de Persia. 
    La media luna, soñaba 
    un éxtasis de cigüeña. 
    Estandartes y faroles 
    invaden las azoteas. 
    Por los espejos sollozan 
    bailarinas sin caderas. 
    Agua y sombra, sombra y agua 
    por Jerez de la Frontera. 
      
    * * * 
      
    ¡Oh ciudad de los gitanos! 
    En las esquinas banderas. 
    Apaga tus verdes luces 
    que viene la benemérita. 
    ¡Oh ciudad de los gitanos! 
    ¿Quién te vio y no te recuerda? 
    Dejadla lejos del mar, 
    sin peines para sus crenchas. 
      
    * * * 
      
    Avanzan de dos en fondo 
    a la ciudad de la fiesta. 
    Un rumor de siemprevivas 
    invade las cartucheras. 
    Avanzan de dos en fondo. 
    Doble nocturno de tela. 
    El cielo, se les antoja, 
    una vitrina de espuelas. 
      
    * * * 
      
    La ciudad libre de miedo, 
    multiplicaba sus puertas. 
    Cuarenta guardias civiles 
    entran a saco por ellas. 
    Los relojes se pararon, 
    y el coñac de las botellas 
    se disfrazó de noviembre 
    para no infundir sospechas. 
    Un vuelo de gritos largos 
    se levantó en las veletas. 
    Los sables cortan las brisas 
    que los cascos atropellan. 
    Por las calles de penumbra, 
    huyen las gitanas viejas 
    con los caballos dormidos 
    y las orzas de monedas. 
    Por las calles empinadas 
    suben las capas siniestras, 
    dejando atrás fugaces 
    remolinos de tijeras. 
      
    En el Portal de Belén 
    los gitanos se congregan. 
    San José, lleno de heridas, 
    amortaja a una doncella. 
    Tercos fusiles agudos 
    por toda la noche suenan. 
    La Virgen cura a los niños 
    con salivilla de estrella. 
    Pero la Guardia Civil 
    avanza sembrando hogueras, 
    donde joven y desnuda 
    la imaginación se quema. 
    Rosa la de los Camborios, 
    gime sentada en su puerta 
    con sus dos pechos cortados 
    puestos en una bandeja. 
    Y otras muchachas corrían 
    perseguidas por sus trenzas, 
    en un aire donde estallan 
    rosas de pólvora negra. 
    Cuando todos los tejados 
    eran surcos en la tierra, 
    el alba meció sus hombros 
    en largo perfil de piedra. 
      
    * * * 
      
    ¡Oh ciudad de los gitanos! 
    La Guardia Civil se aleja 
    por un túnel de silencio 
    mientras las llamas te cercan. 
      
    ¡Oh ciudad de los gitanos! 
    ¿Quién te vio y no te recuerda? 
    Que te busquen en mi frente. 
    Juego de luna y arena. 

    Federico García Lorca (Fuentevaqueros, 5 de junio de 1898 – camino de Víznar a Alfacar, 1936) fue un poeta y dramaturgo español, adscrito a la generación del 27. Desde pequeño entró en contacto con las artes a través de la música y el dibujo. En 1915 comenzó a estudiar Filosofía y Letras, así como Derecho, en la Universidad de Granada. Formó parte de El Rinconcillo, tertulia de los artistas granadinos, donde conoció a Manuel de Falla. Entre 1916 y 1917 realizó una serie de viajes por España con sus compañeros de estudios, que inspiraron su primer libro Impresiones y paisajes (1918). En 1919 se instaló en la Residencia de Estudiantes de Madrid, coincidiendo con numerosos artistas e intelectuales como Luis Buñuel, Rafael Alberti o Salvador Dalí. Allí empezó a florecer su actividad literaria, con la publicación de obras como Libro de poemas (1921) o El maleficio de la mariposa (1920). En 1929 viajó a Nueva York por sugerencia de Fernando de los Ríos, plasmando este viaje en Poeta en Nueva York, que se publicaría cuatro años después de su muerte, en 1940. En 1931 fundó el grupo teatral universitario La Barraca, para acercar el teatro al pueblo mediante obras del Siglo de Oro. Otro viaje a Buenos Aires en 1933 hizo crecer más su popularidad con el estreno de Bodas de Sangre y a su vuelta a España, un año después, siguió publicando diversas obras como Yerma o La casa de Bernarda Alba. En 1936, al regresar a Granada, fue detenido y fusilado por sus ideas liberales.