Sueño, de Federico García Lorca | Poema

    Poema en español
    Sueño

    Si no son los pájaros 
    cubiertos de ceniza, 
    si no son los gemidos que golpean las ventanas de la boda, 
    serán las delicadas criaturas del aire 
    que manan la sangre nueva por la oscuridad inextinguible. 
    Pero no, no son los pájaros, 
    porque los pájaros están a punto de ser bueyes; 
    pueden ser rocas blancas con la ayuda de la luna 
    y son siempre muchachos heridos 
    antes de que los jueces levanten la tela. 
    Todos comprenden el dolor que se relaciona con la muerte, 
    pero el verdadero dolor no está presente en el espíritu. 
    No está en el aire ni en nuestra vida, 
    ni en estas terrazas llenas de humo. 
    El verdadero dolor que mantiene despiertas las cosas 
    es una pequeña quemadura infinita 
    en los ojos inocentes de los otros sistemas. 
    Un traje abandonado pesa tanto en los hombros 
    que muchas veces el cielo los agrupa en ásperas manadas. 
    Y las que mueren de parto saben en la última hora 
    que todo rumor será piedra y toda huella latido. 
    Nosotros ignoramos que el pensamiento tiene arrabales 
    donde el filósofo es devorado por los chinos y las orugas. 
    Y algunos niños idiotas han encontrado por las cocinas 
    pequeñas golondrinas con muletas 
    que sabían pronunciar la palabra amor. 
    No, no son los pájaros. 
    No es un pájaro el que expresa la turbia fiebre de laguna, 
    ni el ansia de asesinato que nos oprime cada momento, 
    ni el metálico rumor de suicidio que nos anima cada madrugada, 
    Es una cápsula de aire donde nos duele todo el mundo, 
    es un pequeño espacio vivo al loco unisón de la luz, 
    es una escala indefinible donde las nubes y rosas olvidan 
    el griterío chino que bulle por el desembarcadero de la sangre. 
    Yo muchas veces me he perdido 
    para buscar la quemadura que mantiene despiertas las cosas 
    y sólo he encontrado marineros echados sobre las barandillas 
    y pequeñas criaturas del cielo enterradas bajo la nieve. 
    Pero el verdadero dolor estaba en otras plazas 
    donde los peces cristalizados agonizaban dentro de los troncos; 
    plazas del cielo extraño para las antiguas estatuas ilesas 
    y para la tierna intimidad de los volcanes. 
    No hay dolor en la voz. Sólo existen los dientes, 
    pero dientes que callarán aislados por el raso negro. 
    No hay dolor en la voz. Aquí sólo existe la Tierra. 
    La Tierra con sus puertas de siempre 
    que llevan al rubor de los frutos. 

    Federico García Lorca (Fuentevaqueros, 5 de junio de 1898 – camino de Víznar a Alfacar, 1936) fue un poeta y dramaturgo español, adscrito a la generación del 27. Desde pequeño entró en contacto con las artes a través de la música y el dibujo. En 1915 comenzó a estudiar Filosofía y Letras, así como Derecho, en la Universidad de Granada. Formó parte de El Rinconcillo, tertulia de los artistas granadinos, donde conoció a Manuel de Falla. Entre 1916 y 1917 realizó una serie de viajes por España con sus compañeros de estudios, que inspiraron su primer libro Impresiones y paisajes (1918). En 1919 se instaló en la Residencia de Estudiantes de Madrid, coincidiendo con numerosos artistas e intelectuales como Luis Buñuel, Rafael Alberti o Salvador Dalí. Allí empezó a florecer su actividad literaria, con la publicación de obras como Libro de poemas (1921) o El maleficio de la mariposa (1920). En 1929 viajó a Nueva York por sugerencia de Fernando de los Ríos, plasmando este viaje en Poeta en Nueva York, que se publicaría cuatro años después de su muerte, en 1940. En 1931 fundó el grupo teatral universitario La Barraca, para acercar el teatro al pueblo mediante obras del Siglo de Oro. Otro viaje a Buenos Aires en 1933 hizo crecer más su popularidad con el estreno de Bodas de Sangre y a su vuelta a España, un año después, siguió publicando diversas obras como Yerma o La casa de Bernarda Alba. En 1936, al regresar a Granada, fue detenido y fusilado por sus ideas liberales.