Al nacimiento de Cristo, de Félix Lope de Vega | Poema

    Poema en español
    Al nacimiento de Cristo

    Repastaban sus ganados 
    a las espaldas de un monte 
    de la torre de Belén 
    los soñolientos pastores, 

    alrededor de los troncos 
    de unos encendidos robles, 
    que, restallando a los aires, 
    daban claridad al bosque. 

    En los nudosos rediles 
    las ovejuelas se encogen, 
    la escarcha en la hierba helada 
    beben pensando que comen. 

    No lejos los lobos fieros, 
    con los aullidos feroces, 
    desafían los mastines, 
    que adonde suenan, responden. 

    Cuando las oscuras nubes, 
    de sol coronado, rompe 
    un Capitán celestial 
    de sus ejércitos nobles, 

    atónitos se derriban 
    de sí mismos los pastores, 
    y por la lumbre las manos 
    sobre los ojos se ponen. 

    Los perros alzan las frentes, 
    y las ovejuelas corren 
    unas por otras turbadas 
    con balidos desconformes. 

    Cuando el nuncio soberano 
    las plumas de oro escoge, 
    y enamorando los aires, 
    les dice tales razones: 

    «Gloria a Dios en las alturas, 
    paz en la tierra a los hombres, 
    Dios ha nacido en Belén 
    en esta dichosa noche. 

    »Nació de una pura Virgen; 
    buscadle, pues sabéis donde, 
    que en sus brazos le hallaréis 
    envuelto en mantillas pobres». 

    Dijo, y las celestes aves 
    en un aplauso conformes 
    acompañando su vuelo 
    dieron al aire colores. 

    Los pastores, convocando 
    con dulces y alegres voces 
    toda la sierra, derriban 
    palmas y laureles nobles. 

    Ramos en las manos llevan, 
    y coronados de flores, 
    por la nieve forman sendas 
    cantando alegres canciones. 

    Llegan al portal dichoso 
    y aunque juntos le coronen 
    racimos de serafines, 
    quieren que laurel le adorne. 

    La pura y hermosa Virgen 
    hallan diciéndole amores 
    al niño recién nacido, 
    que Hombre y Dios tiene por nombre. 

    El santo viejo los lleva 
    adonde los pies le adoren, 
    que por las cortas mantillas 
    los mostraba el Niño entonces. 

    Todos lloran de placer, 
    pero ¿qué mucho que lloren 
    lágrimas de gloria y pena, 
    si llora el Sol por dos soles? 

    El santo Niño los mira, 
    y para que se enamoren, 
    se ríe en medio del llanto, 
    y ellos le ofrecen sus dones. 

    Alma, ofrecedle los vuestros, 
    y porque el Niño los tome, 
    sabed que se envuelve bien 
    en telas de corazones.

    Lope de Vega fue uno de los más importantes poetas y dramaturgos del Siglo de Oro español y uno de los más prolíficos de la literatura universal. Cultivó todos los géneros literarios: desde las obras pastoriles La Arcadia y Los pastores de Belén, en las incluyó numerosos poemas, hasta la novela bizantina El peregrino en su patria, que incluye cuatro autos sacramentales, pasando por las novelas cortas de tipo italianizante La Filomena y La Circe. A la tradición de La Celestina, se adscribe La Dorotea, donde narra sus frustrados amores juveniles con Elena Osorio. Sin embargo, donde realmente vemos al Lope renovador es en el género dramático. Después de una larga experiencia escribiendo para la escena, compuso el Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo, donde expone sus teorías dramáticas. Sus obras más conocidas son las que tratan los problemas de abusos por parte de los nobles, situaciones frecuentes en el panorama político de la España del siglo XV. Entre ellas se encuentran: Fuente Ovejuna, El mejor alcalde, el rey, Peribáñez y el comendador de Ocaña y El caballero de Olmedo. De tema amoroso son La doncella Teodora, El perro del hortelano, El castigo del discreto, La hermosa fea y La moza de cántaro.