Oh tú, que estás sepultado, de Félix Lope de Vega | Poema

    Poema en español
    Oh tú, que estás sepultado

    despierta un poco, y advierte
    que no es bien que desa suerte
    duerma, y haga lo que hace
    quien está desde que nace
    en los brazos de la muerte. 
    Da lugar al pensamiento
    para que discurra, y veas
    y que lo más que tú deseas
    no es más que soplo de viento.
    No labres sin fundamento 
    máquinas de vanidad,
    pues la mayor majestad
    en un sepulcro se encierra,
    donde dice, siendo tierra:
    «Aquí vive la verdad…». 
    Mira cómo pasó ayer,
    veloz como tantos años:
    evidentes desengaños
    del limitado poder.
    Lo que fue dejó de ser, 
    y no quedó dello más
    del ha sido: tú, que vas
    por este mundo inconstante,
    mira que el que va adelante
    avisa al que va detrás. 
    La corona y la tiara
    que tanto el mundo estimó
    ¿qué se hizo?, ¿en qué paró
    sino en lo que todo para?
    ¡Oh mano del mundo avara! 
    Si tanto bien nos limitas,
    ¿para qué, di, nos incitas
    a aspirar a más y más,
    si lo que despacio das
    tan de prisa nos lo quitas? 
    Si te engaña el propio amor
    para que no veas el daño,
    la muerte, que es desengaño,
    sirva de despertador.
    Hoy nace la tierna flor 
    y hoy su curso se termina;
    todo a la muerte camina:
    la estatua del más bizarro,
    como está fundada en barro,
    la deshace cualquier china. 
    ¿En qué piensas o a qué aspiras
    cuando tras tu gusto vas,
    pues dél no te queda más
    que enemigos que conspiras?
    Si es que adelante no miras, 
    mira la vida pasada,
    que si en tan corta jornada
    lo más pasa desa suerte,
    hasta llegar a la muerte,
    ¿qué te queda? Poco o nada. 
    Desde el nacer al morir
    casi se puede dudar
    si el partir es el parar,
    o el parar es el partir.
    Tu carrera has de seguir: 
    y pues con tal brevedad
    pasa la más larga edad,
    ¿cómo duermes y no ves
    que lo que aquí un soplo es
    es allá una eternidad? 
    Mira el tiempo volador
    cómo pasa, y considera
    cómo va tras la carrera
    desde el menor al mayor.
    El esclavo y el señor 
    corren parejas iguales,
    que como nacen mortales,
    iguales van a la hoya,
    de cuya deshecha Troya
    aún no quedan la señales. 
    La juventud más lozana
    ¿en qué paró?, ¿qué se hizo?
    Todo el tiempo lo deshizo
    y anocheció su mañana,
    la muerte siempre es temprana 
    y no perdona a ninguno:
    goza del tiempo oportuno,
    granjea con tu talento,
    que aquí dan uno por ciento
    y allí dan ciento por uno. 
    ¿Qué eternidades te ofrece
    la más dilatada vida,
    pues que apenas es venida
    cuando se desaparece?
    Hoy piensas que te amanece 
    y es el día de tu ocaso.
    ¡Término breve y escaso!
    Mas ¿qué mucho, si volando
    te va la muerte buscando
    cuando tú vas paso a paso? 
    La dama más celebrada,
    lazo en que todos cayeron,
    ella y ellos, di, ¿qué fueron
    sino tierra, polvo y nada?
    ¡Oh limitada jornada, 
    oh frágil naturaleza!
    La humildad y la grandeza
    todo en nada se resuelve:
    es de tierra y a ella vuelve,
    y así, acaba en lo que empieza. 
    ¿De qué te sirve anhelar,
    por tener y más tener,
    si eso en tu muerte ha de ser
    fiscal que te ha de acusar?
    Todo acá se ha de quedar; 
    y pues no hay más que adquirir
    en la vida que el morir,
    la tuya rige de modo,
    pues está en tu mano todo,
    que mueras para vivir. 

    Lope de Vega fue uno de los más importantes poetas y dramaturgos del Siglo de Oro español y uno de los más prolíficos de la literatura universal. Cultivó todos los géneros literarios: desde las obras pastoriles La Arcadia y Los pastores de Belén, en las incluyó numerosos poemas, hasta la novela bizantina El peregrino en su patria, que incluye cuatro autos sacramentales, pasando por las novelas cortas de tipo italianizante La Filomena y La Circe. A la tradición de La Celestina, se adscribe La Dorotea, donde narra sus frustrados amores juveniles con Elena Osorio. Sin embargo, donde realmente vemos al Lope renovador es en el género dramático. Después de una larga experiencia escribiendo para la escena, compuso el Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo, donde expone sus teorías dramáticas. Sus obras más conocidas son las que tratan los problemas de abusos por parte de los nobles, situaciones frecuentes en el panorama político de la España del siglo XV. Entre ellas se encuentran: Fuente Ovejuna, El mejor alcalde, el rey, Peribáñez y el comendador de Ocaña y El caballero de Olmedo. De tema amoroso son La doncella Teodora, El perro del hortelano, El castigo del discreto, La hermosa fea y La moza de cántaro.