Persiste el dolor, un dolor de perros, ha nevado toda la noche y no espero que te compadezcas o me muestres al despertar una sonrisa desdibujada
Recuerdo que en la cumbre del amor mis sentidos eran agujas que marcaban la libertad en un reloj inmóvil de sigilos, tus pechos, lunas en llamas que se cimbraban entre detonaciones dulces de sangre
Aunque sabía que nada nos ataba ¿Dónde estás ahora? ¿Qué maldición me envuelve?
Amor, no mueras, cada día es un amargo despertar sin esperanza, ciego de rabia, sé que más allá de tus brazos hay un mundo con grietas en las que se disolverán los deseos y el amor no ocupará un lugar subrayado