El jardín secreto, de Frances Hodgson Burnett - Anaya Infantil y Juvenil

Uno de los grandes clásicos de la literatura, un retrato lúcido del mundo visto a través de los ojos de la infancia. Mary Lennox, una niña solitaria que a nadie le cae bien, llega desde la India para vivir con su tío en Yorkshire, Inglaterra. En su nuevo destino, Mary no puede hacer mucho más aparte de explorar esa mansión inmensa y sombría, y de pasear por los alrededores. Hasta que una mañana soleada accede a un jardín secreto, oculto tras unos muros cubiertos de hiedra. Por primera vez en su corta y desdichada vida, ha encontrado algo que le preocupa y decide devolver a ese jardín la gloria de antaño. Gracias a la ayuda de Dickon, el niño que sabe hablar con los animales, y de Colin aprenderá otra manera de relacionarse y a disfrutar del contacto con la naturaleza. Este libro ha perdurado a lo largo de generaciones de lectores y sigue siendo un fascinante clásico por su temática, su argumento, sus personajes, su estilo sencillo y elegante y su calidad literaria. La simbología del jardín, el tono mágico de cuento de hadas y la forma en que todo esto refleja la necesidad humana de compañerismo, junto a la importancia de permitir que los niños tengan tiempo para ser niños, hace de esta historia una lectura imprescindible para lectores de todas las edades.
Tapa blanda
205 x 140 mm
384 páginas
8469848801
9788469848807

Índice

Narrativa

Frances Hodgson Burnett (1849, Manchester, Inglaterra - 1924, Plandome, Estados Unidos) perdió a su padre cuando tan solo tenía cinco años. La familia hubo de sobrellevar penurias económicas y en 1865 se trasladó a Estados Unidos. Ocho años más tarde, Frances se casó, pero antes ya había conseguido publicar en algunas revistas americanas como Godey’s Lady’s Book, Godey’s, Peterson’s Ladies’ Magazine, Scribner’s Monthly y Harper’s. Contaba 28 años cuando apareció That Lass O’ Lowrie’s (1877), su primera novela. No obstante, fue El pequeño lord Fauntleroy (1886) la historia que más contribuyó en vida de la autora a su popularidad. Estaba dirigida, junto con Sara Crewe (1888) y El jardín secreto (1911), al lector infantil. Esta última se considera su aportación más valiosa. 

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