El interés de la deuda soberana no cabe en un poema. La poesía es infantil frente a dos puntos de la prima de riesgo, el descenso de la demanda agregada o la eficiencia de nuevos mecanismos de esperanza.
Otro como tantos idiomas insostenibles pero necesarios.
(espacio para la publicidad)
Deflación de lo que falta, tasa de moderación del consumo, adecuación necesaria (publicidad y seguimos) a la oferta;
crisis bancaria y rescatada además con desahucios y estafas.
(impunidad publicitaria: inmunidad del que paga)
La economía no cree en el mañana cuando se termina la obra. Las familias habitan en manos de maquinaria pesada.
Ilusión cíclica, una apuesta segura por la ignorancia.
“Disculpe señor ministro pero es usted un cabrón”.
La sala parecía estar de acuerdo, hasta el mismísimo presidente callaba a favor. “Lo es”, empezó a decir, “ministro esperanzador. Es usted sin duda un gran cabrón, si no el mejor”.
Ahora tienes que decirlo, bien alto y bien claro. Decirlo bien, nada de susurros de altavoz descabezado. Como tú sabes. Ya saben de lo que eres capaz cuando te escondes.