De la vida al cielo, de Fray Luis de León | Poema

    Poema en español
    De la vida al cielo

    Alma región luciente, 
    prado de bienandanza, que ni al hielo 
    ni con el rayo ardiente 
    fallece; fértil suelo, 
    producidor eterno de consuelo: 

    de púrpura y de nieve 
    florida, la cabeza coronado, 
    y dulces pastos mueve, 
    sin honda ni cayado, 
    el Buen Pastor en ti su hato amado. 

    Él va, y en pos dichosas 
    le siguen sus ovejas, do las pace 
    con inmortales rosas, 
    con flor que siempre nace 
    y cuanto más se goza más renace. 

    Y dentro a la montaña 
    del alto bien las guía; ya en la vena 
    del gozo fiel las baña, 
    y les da mesa llena, 
    pastor y pasto él solo, y suerte buena. 

    Y de su esfera, cuando 
    la cumbre toca, altísimo subido, 
    el sol, él sesteando, 
    de su hato ceñido, 
    con dulce son deleita el santo oído. 

    Toca el rabel sonoro, 
    y el inmortal dulzor al alma pasa, 
    con que envilece el oro, 
    y ardiendo se traspasa 
    y lanza en aquel bien libre de tasa. 

    ¡Oh, son! ¡Oh, voz! Siquiera 
    pequeña parte alguna descendiese 
    en mi sentido, y fuera 
    de sí la alma pusiese 
    y toda en ti, ¡oh, Amor!, la convirtiese, 

    conocería dónde 
    sesteas, dulce Esposo, y, desatada 
    de esta prisión adonde 
    padece, a tu manada 
    viviera junta, sin vagar errada.